Peppa y el Charco Mágico
Era un hermoso día soleado en el campo, y Peppa Pig estaba muy entusiasmada. Había llovido la noche anterior, y el jardín estaba lleno de charcos brillantes. Peppa y su hermano George no podían esperar para salir a jugar.
"¡Vamos, George! ¡Hoy es un día perfecto para saltar en los charcos!" dijo Peppa, feliz.
"¡Sí, Peppa! ¡Saltemos juntos!" contestó George, mientras corría hacia el jardín.
Cuando llegaron al primer charco de lodo, Peppa lo miró con curiosidad. Era un charco grande y parecía suave.
"¡Mirá, George! Este charco parece muy divertido. ¡Vamos a saltar!"
"¡Sí!" dijo George, mientras se preparaba para saltar.
Peppa empezó a saltar con todas sus fuerzas, y de repente, el lodo salpicó por todas partes.
"¡Wuaaa! ¡Mirá cómo vuelan las gotas!" gritó Peppa mientras reía.
George, encantado, se unió a su hermana y saltó también, salpicando más lodo.
"¡Esto es maravilloso!" exclamó George.
Sin embargo, mientras brincaban, Peppa notó algo que brillaba en el fondo del charco.
"Espera, George, ¿viste eso?" preguntó Peppa, intrigada.
"¿Qué es, Peppa?"
"No lo sé, pero creo que deberíamos mirar más de cerca." dijo Peppa, acercándose un poco más.
En ese momento, el charco pareció burbujear y de repente, un pequeño sapo salió saltando de entre el lodo.
"¡Hola, amigos! Soy Salto, el sapo. Gracias por ayudarme a salir de este charco mágico."
Peppa y George se sorprendieron y se quedaron mirándolo.
"¿Mágico?" preguntó Peppa.
"Sí, este charco tiene poderes especiales. Si saltas en él con alegría y buenos pensamientos, pueden pasar cosas maravillosas. ¿Quieren probar?" explicó Salto.
Peppa y George nunca habían escuchado algo así.
"¡Sí, claro!" contestó Peppa emocionada.
Salto les enseñó a saltar y a hacer deseos mientras brincaban.
"¿Qué querés desear, Peppa?" preguntó George.
"Deseo que siempre haya alegría en nuestro jardín," dijo Peppa, saltando con fuerza.
"Yo deseo ser el mejor saltador del mundo", exclamó George.
Mientras saltaban, el charco brilló más intensamente y algo increíble ocurrió; de repente, flores de colores comenzaron a brotar alrededor del charco.
"¡Mirá, Peppa! ¡Las flores!" gritó George.
"¡Es asombroso! La magia del charco funciona de verdad!"
Salto sonrió al ver la felicidad de los dos cerditos.
"Cada vez que salten aquí y hagan un deseo puro, el jardín se llenará de más belleza y color," explicó el sapo.
De pronto, Peppa recordó a sus amigos.
"¡Debemos contarles a Mami, a Papi, y a nuestros amigos sobre esto!" dijo Peppa.
"¡Sí! Vamos a compartir la magia con todos!" acordó George.
Rápidamente, Peppa y George corrieron hacia el hogar. Encontraron a Mami Pig y Papi Pig en la cocina.
"¡Mami! ¡Papi! ¡Hemos encontrado un charco mágico!" gritaron al unísono.
"¿Un charco mágico?" preguntó Papi, intrigado.
Peppa y George explicaron cómo Salto les había enseñado a saltar y hacer deseos. A Mami Pig le encantó la idea de que el jardín floreciera con alegría.
"¡Vamos a invitar a todos los amigos!" sugirió Mami Pig.
Los cerditos rápidamente invitaron a todos sus amigos: Susy Oveja, Pedro Pony y Rebecca Conejito.
"¡Vengan, amigos! ¡Hay un charco mágico!" los llamó Peppa con entusiasmo.
Cuando llegaron todos al jardín, Peppa mostró cómo saltar en el charco y hacer un deseo.
"¡Miren! ¡Al saltar juntos, el jardín se volverá más hermoso!" exclamó.
Al ver lo divino que cambiaba el jardín, todos los amigos comenzaron a saltar y desear. Por cada deseo hecho, más flores florecían en colores brillantes. El jardín pronto se llenó de alegría, risas y amistad.
"¡Gracias, Salto! ¡Eres un verdadero amigo!" exclamó Peppa después de un rato.
"No, gracias a ustedes por hacer que este lugar sea tan especial," respondió Salto, feliz.
Desde ese día, Peppa, George y sus amigos visitaban el charco mágico a menudo. Aprendieron que compartir la alegría y hacer deseos puros podían cambiar el mundo que los rodeaba, llenándolo de amor y amistad.
Y así, el jardín se convirtió en el lugar más bonito, lleno de flores, risas y momentos mágicos de los cerditos y sus amigos. Fin.
FIN.