Pero Lobo Cueva
En un bosque muy lejano, vivía un lobo llamado Leo. Leo no era un lobo común; le encantaba explorar y aprender cosas nuevas. Sin embargo, había algo que lo preocupaba: la cueva en la que dormía. Era oscura y fría, y siempre pensaba que podía haber algún peligro oculto.
Una tarde, mientras paseaba por el bosque, se encontró con la señora Zorra, una sabia ahí que sabía muchas historias. Leo decidió acercarse y preguntarle.
"Señora Zorra, ¿por qué la cueva es tan tenebrosa? Tengo miedo de quedarme a dormir allí"
"Querido Leo, a veces lo que parece oscuro y aterrador solo tiene cosas por descubrir. Te recomiendo que le des una oportunidad." le respondió la señora Zorra, con una sonrisa juguetona.
Intrigado, Leo volvió a su cueva y decidió que debía enfrentarse a sus miedos. Al día siguiente, cuando el sol brillaba con fuerza, se armó de valor y entró a su cueva.
Cuando cruzó la entrada, se dio cuenta de que la oscuridad no era tan aterradora como había imaginado. En las paredes había hermosos dibujos trazados por el tiempo: figuras de estrellas, árboles y hasta otros animales que habitaron el bosque hace mucho.
"¡Wow! Nunca había visto esto antes!" exclamó Leo.
Pero en ese momento, escuchó un ruido extraño que lo asustó. Con curiosidad, siguió la dirección del sonido. Pronto, encontró a una pequeña ardillita atrapada en un arbusto.
"¡Ayuda! ¡No puedo salir!" gritó la ardillita, moviendo su colita de miedo.
Leo recorrió rápidamente la escena, pensando en cómo ayudar a la ardillita. Entonces decidió actuar con valentía.
"¡No te preocupes! Voy a ayudarte" le dijo, agachándose para soltarla con cuidado.
Con un pequeño gesto, Leo liberó a la ardillita que, al salir, se abrazó a él con gratitud.
"Eres un héroe, Lobo! Gracias por salvarme!" dijo la ardillita emocionada.
De repente, se escuchó un susurro detrás de ellos. Era un grupo de animales que se acercaban. Todos habían oído lo que había sucedido. Entre ellos estaba la señora Zorra, quien miraba a Leo con admiración.
"¡Miren, todos! Leo ha demostrado que el coraje puede brillar incluso en la oscuridad" dijo la señora Zorra.
Los animales aplaudieron y se sintieron inspirados por el acto de Leo. Se juntaron alrededor y empezaron a contar historias sobre cómo habían enfrentado sus propios miedos. De esta forma, la cueva se convirtió en un refugio donde todos podían compartir y aprender.
Los días pasaron y la cueva, que antes había sido un lugar temido por Leo, se transformó en el centro de actividades del bosque.
"Voy a decorar la cueva y la llenaré de luz y vida", decidió Leo. Con la ayuda de todos sus amigos, comenzaron a adornar el lugar con hojas, flores y ramas, creando un espacio alegre y acogedor.
Pronto, la cueva ya no era sinónimo de miedo, sino de amistad y valentía. Los animales se sentaban juntos, contando historias y haciendo juegos, y Leo se sintió orgulloso de haber enfrentado su temor.
Hasta que un día, mientras organizaban un festival en la cueva, un nuevo animal llegó al bosque. Era un oso llamado Oscar, que parecía tímido y tenía miedo de acercarse.
"No te preocupes, Oscar, aquí tienes un nuevo hogar" le dijo Leo, recordando cómo se sintió al entrar por primera vez a su cueva.
Oscar, con un brillo de esperanza en sus ojos, dio un paso adelante.
"¿Puedo quedarme?" preguntó, temblando.
"¡Por supuesto! Todos son bienvenidos aquí, en la cueva de la valentía!" exclamó Leo, y los demás animales comenzaron a animarlo.
Oscar aceptó la invitación y, poco a poco, se unió al grupo, revelando su personalidad divertida y creando nuevos lazos de amistad.
Así fue como la cueva de Leo se convirtió en un símbolo de unidad y amor entre todos los habitantes del bosque. Leo aprendió que enfrentarse a los miedos abre puertas que nunca imaginamos y que siempre hay algo valioso por descubrir en los lugares más inesperados.
Desde ese día, la cueva llena de luz y aventuras se volvió el hogar de muchos, todos ellos dispuestos a enfrentar sus temores juntos.
FIN.