Perrigato


Había una vez una perrita llamada Lulú que siempre había sentido que no encajaba del todo con los demás perros.

Mientras sus amigos disfrutaban de correr y jugar, a ella le gustaba pasar horas acurrucada en un rincón, observando con interés cómo se comportaban los gatos callejeros que pasaban por allí. Lulú se sentía fascinada por la elegancia y la independencia de aquellos felinos, y soñaba con ser como ellos.

Pero cada vez que intentaba imitar su forma de moverse o su actitud altiva, sus amigos caninos la miraban extrañados y burlones.

Un día, mientras estaba sola en el parque, Lulú decidió tomar una decisión importante: iba a dejar de fingir ser lo que no era, y empezar a buscar su verdadera identidad. Así fue como comenzó a explorar diferentes lugares y actividades para descubrir qué era lo que realmente le hacía feliz.

"¿Qué estás haciendo, Lulú?"- preguntó un perro curioso al verla saltar sobre una mesa llena de objetos extraños. "Estoy probando cosas nuevas"- respondió ella sin detenerse. "Quiero saber qué me gusta hacer más allá de perseguir pelotas o morder huesos". Poco a poco, Lulú fue encontrando su lugar en el mundo.

Descubrió que le encantaba escalar árboles para observar desde arriba todo lo que ocurría a su alrededor; también aprendió técnicas de camuflaje para esconderse detrás de las plantas e investigar sin ser vista.

Sus amigos perrunos seguían sin entenderla del todo, pero al ver lo feliz que estaba Lulú en sus nuevas aventuras, comenzaron a respetarla y apoyarla en su búsqueda de identidad. "¿Has visto cómo ha cambiado Lulú?"- comentaba uno de ellos con asombro.

"Ahora es más segura de sí misma y parece que siempre tiene algo interesante que contarnos". Un día, mientras seguía explorando el mundo a su manera, Lulú se topó con un grupo de gatos callejeros.

Al principio se sintió intimidada por su mirada penetrante y sus movimientos elegantes, pero luego recordó todas las habilidades que había aprendido durante su búsqueda personal. Así fue como desafió a los gatos a una carrera por el parque.

A pesar de ser la única perrita entre ellos, Lulú no se dejó intimidar y corrió con todas sus fuerzas hasta llegar a la meta en primer lugar. "¡Increíble!"- exclamó uno de los gatos sorprendido. "Eres como una mezcla perfecta entre perro y gato".

"No necesito ser una u otra cosa"- respondió Lulú sonriendo. "Soy simplemente yo misma: una perrita curiosa e intrépida que ama descubrir cosas nuevas". Desde aquel día, Lulú siguió disfrutando de sus aventuras solitarias o junto a sus amigos caninos.

Pero cada vez que veía pasar a un grupo de gatos callejeros, les guiñaba un ojo en señal de complicidad.

Sabía que aunque nunca podría ser igual a ellos ni tampoco quería serlo ya no le importaba lo que pensaran los demás sobre ella porque había encontrado su verdadera identidad.

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