Pesca y sus valientes compañeros
Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, un niño llamado Pesca. Vivía en una casa rodeada de árboles y animales, junto a su papá y sus dos perros, Justina y Mamá.
Pesca era un niño curioso y aventurero. Le encantaba explorar el campo cercano a su hogar y pasar horas jugando con sus perros. Justina era la más traviesa, siempre correteando por todos lados, mientras que Mamá era más tranquila y protectora.
Un día, Pesca decidió llevar a sus perros a pasear por el río que quedaba cerca del pueblo. Caminaron juntos hasta llegar al lugar donde solían encontrarse con otros niños del pueblo para jugar.
Mientras los perros jugaban entre ellos, Pesca se acercó al río para ver si había algún pez nadando. Pero justo cuando estaba por alcanzar el agua, resbaló y cayó al río sin darse cuenta de lo profundo que era.
"¡Ayuda! ¡No sé nadar!"- gritó Pesca desesperado mientras luchaba por mantenerse a flote. Justina vio todo desde lejos y corrió rápidamente hacia su dueño. Ladrando fuerte, trató de llamar la atención de alguien que pudiera ayudarlo.
Afortunadamente, Mamá también se dio cuenta de lo que estaba pasando e hizo todo lo posible para encontrar ayuda. Corrió hacia el pueblo buscando desesperadamente a alguien que pudiera rescatar a Pesca. En ese momento apareció la mamá de Pesca preocupada porque no veía a su hijo en casa.
Al ver la escena frente al río, corrió hacia el agua sin pensarlo dos veces. "¡Pesca, aguanta! ¡Ya voy!"- gritó la mamá mientras nadaba con todas sus fuerzas para llegar hasta su hijo.
Justo cuando Pesca estaba a punto de rendirse, sintió una mano fuerte que lo sujetaba y lo llevaba a la orilla. Era su mamá quien había logrado rescatarlo.
Todos los vecinos del pueblo se habían acercado al río para ver qué pasaba y aplaudieron emocionados al ver que Pesca estaba a salvo. Los perros ladraban contentos y saltaban alrededor de ellos. Desde aquel día, Pesca aprendió una valiosa lección sobre la importancia de tomar precauciones antes de aventurarse en lugares peligrosos.
También entendió cuánto amor y protección le brindaban sus perros y su mamá. A partir de ese momento, Pesca decidió ayudar a cuidar el río junto con otros niños del pueblo.
Organizaban limpiezas periódicas para mantenerlo limpio y seguro para todos los animales que vivían allí. La historia de Pesca, Justina, Mamá y los perros se convirtió en un ejemplo inspirador para todos en el pueblo.
Aprendieron que trabajar juntos podía marcar la diferencia en el cuidado del medio ambiente y en la seguridad de todos. Y así fue como Pesca descubrió que las aventuras pueden ser emocionantes pero también requieren responsabilidad y trabajo en equipo.
Nunca olvidaría aquel día en el río donde estuvo a punto de perderse, pero gracias al amor incondicional de sus perros Justina y Mamá, pudo aprender importantes lecciones para toda su vida.
FIN.