Petra, the Polite Ostrich


Había una vez, en un pequeño pueblo llamado Villa Pluma, una señora llamada Doña Beatriz. Doña Beatriz era conocida por ser muy ordenada y meticulosa con su hogar. Siempre tenía todo en perfecto estado, limpio y reluciente.

Un día soleado, mientras Doña Beatriz estaba regando las plantas de su jardín, escuchó un extraño ruido proveniente del cielo. Al levantar la vista, quedó sorprendida al ver a una avestruz voladora sobrevolando su casa.

La avestruz parecía estar disfrutando mucho revoloteando por el aire.

Doña Beatriz no pudo evitar sentirse preocupada por lo que podría ocurrir si esa avestruz decidía hacer sus necesidades en su hermosa casa o incluso en la cara de alguna persona despistada que pasara por ahí. Decidida a resolver este problema antes de que fuera demasiado tarde, Doña Beatriz se puso manos a la obra. Buscó información sobre las avestruces y descubrió que son animales muy curiosos y juguetones.

También aprendió que les encanta explorar nuevos lugares y divertirse. Con esta nueva perspectiva en mente, Doña Beatriz decidió acercarse a la avestruz de manera amigable y ofrecerle un trato especial.

Comenzó a dejar pequeños trozos de comida cerca de su casa para atraerla hacia allí. La avestruz pronto descubrió los deliciosos bocadillos preparados con cariño por Doña Beatriz. Se acercaba cada vez más a la casa sin temor alguno.

Viendo esto como una oportunidad única para enseñarle buenos modales, Doña Beatriz decidió llamar a la avestruz —"Petra" .

Un día, mientras Petra disfrutaba de su comida favorita en el patio trasero de Doña Beatriz, esta última se acercó lentamente y comenzó a hablarle con voz dulce: "Petra, sé que te gusta divertirte y explorar nuevos lugares. Pero también es importante ser respetuoso con los demás y cuidar nuestro entorno". Petra levantó su cabeza hacia Doña Beatriz como si estuviera prestando atención a sus palabras.

La señora continuó: "Por eso, quiero proponerte un trato. Puedes seguir visitándome siempre que quieras, pero prométeme que no harás caca dentro de mi casa ni en la cara de las personas.

¿Puedes hacerlo?"La avestruz pareció reflexionar por un momento y luego asintió con la cabeza. Parecía entender lo que le estaba pidiendo Doña Beatriz.

A partir de ese día, Petra siguió visitando Villa Pluma regularmente, pero nunca más hizo caca dentro de la casa de Doña Beatriz ni en la cara de ninguna persona despistada. Doña Beatriz aprovechó estas visitas para enseñarle a Petra cosas nuevas. Aprendieron juntas sobre las plantas del jardín y cómo cuidarlas adecuadamente. También descubrieron nuevos juegos divertidos para jugar al aire libre.

Con el tiempo, Petra se convirtió en una especie de mascota comunitaria en Villa Pluma. Los niños esperaban ansiosos sus visitas para poder jugar y aprender junto a ella.

La historia de Petra y Doña Beatriz se convirtió en un ejemplo de cómo la paciencia, el respeto y el amor pueden transformar cualquier situación difícil en algo positivo y educativo.

Y así, gracias a la amistad entre una avestruz curiosa y una señora ordenada, Villa Pluma se convirtió en un lugar aún más especial donde todos aprendieron a valorar la importancia de cuidar su entorno y respetar a los demás.

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