Picheto y el Dragón de las Sombras
En un rincón del mundo donde las ciudades se mezclaban con los árboles y los cielos eran de un azul brillante, vivía una paloma llamada Picheto. Era una paloma curiosa, siempre observando a los humanos con sus grandes ojos. Un día, mientras jugueteaba en un parque, una extraña luz lo envolvió y, de repente, Picheto se encontró convertido en un humano. ¡Era un niño! Tenía un cabello rizado y una energía desbordante.
"¿Qué está pasando?" - exclamó Picheto, mirándose las manos. "Nunca imaginé ser humano."
Picheto no tuvo tiempo para preguntarse cómo había sucedido, ya que en ese mismo instante oyó a unas personas gritar en el pueblo cercano. Sin pensarlo dos veces, corrió hacia el bullicio.
Al llegar, vio a un gran dragón negro sobrevolando el pueblo, lanzando llamas y causando pánico. Las personas corrían despavoridas, y los animales buscaban refugio. Picheto sintió que su corazón latía con fuerza.
"¡Debo hacer algo!" - se dijo. "No puedo dejar que este dragón destruya todo."
Con sus nuevas piernas y brazos, Picheto pidió ayuda a sus amigos del parque, quienes se acercaron volando: un grupo de aves de colores. Compuso un plan.
"Vamos a distraer al dragón, mientras yo busco una forma de hablarle. Tal vez, si le muestro que no somos sus enemigos, se detenga."
Las aves, aún atemorizadas, se unieron a él. Mientras Picheto se acercaba, el dragón rugió:
"¿Quién se atreve a acercarse a mí? ¡Soy el Dragón de las Sombras!"
"Yo soy Picheto, un amigo!" - respondió con valentía. "¡No venimos a hacerte daño!"
El dragón, sorprendido por la insolencia de un humano, lo miró fijamente. "¿Amigo? ¿Qué significa eso?"
Picheto, aprovechando su capacidad de ser humano, se sentó en el suelo y dijo:
"Un amigo es alguien que te entiende y te respeta. Estamos asustados, sí, pero también podemos ser amigos. ¿Por qué atacas el pueblo?"
El dragón, intrigado, dejó de latir su cola y se posó en el suelo. "He estado solo por mucho tiempo. Nadie me quiere acercarse. La oscuridad me envolvió, y pensé que era lo que debía hacer."
Picheto comprendió que el dragón no era malvado, solo estaba triste. "No estás solo. Siempre hay alguien que puede escucharte. Si dejas de atacar, te prometo que vendrán a conocerte."
El dragón, tocado por las palabras de Picheto, bajó su cabeza. "Yo solo quiero un amigo."
Acuérdense de ayudar a los que se sienten solos. Así, se formó una gran amistad entre Picheto, el dragón y el pueblo. Las personas aprendieron que la creatividad y el respeto pueden resolver muchos problemas. No todo se resuelve con miedo; a veces, lo que hay que hacer es entender y escuchar.
Después de ese día, el dragón dejó de ser una sombra. En vez de asustar, se convirtió en un protector del pueblo y un buen amigo para Picheto. Juntos defendieron su hogar cuando fue necesario, y el pueblo floreció con nuevas historias y aventuras.
Picheto regresó a ser paloma algunas semanas después, pero siempre llevaba consigo el recuerdo de su aventura humana y la lección de que la verdadera amistad puede iluminar incluso los rincones más oscuros del mundo.
Y así, cada vez que Picheto revoloteaba por el cielo, podía ver a su amigo el Dragón de las Sombras, brillando como un faro de esperanza en el horizonte.
Con el tiempo, la gente del pueblo aprendió a ser compasiva y a tender la mano a quienes se sienten solos o perdidos, asegurándose de que la amistad siempre prevalezca sobre el miedo.
Y así termina la historia de Picheto, la paloma que se convirtió en un héroe al descubrir que la verdadera magia radica en la comprensión y la amistad.
FIN.