Picnic de amor


Había una vez una familia muy especial.

La mamá era una artista que pintaba cuadros, el papá era un chef que cocinaba deliciosas comidas y los hijos eran gemelos, llamados Tomás y Sofía, pero cada uno tenía sus propios intereses. Un día, en la escuela de Tomás, se habló sobre las diferentes familias que existen. Algunos niños tenían mamá y papá, otros solo mamá o solo papá, otros vivían con abuelos o tíos...

Pero cuando llegó el turno de hablar sobre la familia de Tomás, algunos compañeros se rieron. "¡Qué raro! ¿Cómo es posible tener dos padres tan distintos? ¿Y esos cuadros raros por todas partes?" - dijo uno. Tomás se sintió triste y confundido.

Él amaba a su familia tal como era, pero no sabía cómo explicarlo a sus amigos. Esa tarde le contó todo a su hermana Sofía mientras jugaban en el jardín.

"No entiendo por qué les parece mal nuestra familia" - dijo Tomás con lágrimas en los ojos -. "Yo creo que somos geniales". Sofía lo abrazó fuerte y le sonrió. "Claro que sí.

Y sabes qué? Podemos hacer algo para demostrarles lo equivocados que están". Los dos hermanitos pusieron manos a la obra. Con ayuda de su mamá, prepararon un picnic en el parque para todos sus amigos de la escuela.

Cocinaron galletitas decoradas con formas divertidas y llenaron termos con jugo fresco. Cuando llegaron al parque, todos los niños estaban allí, pero algunos seguían burlándose de la familia de Tomás. Entonces Sofía tomó la palabra. "Chicos, queremos que sepan algo importante.

No importa cómo sean nuestras familias, lo que importa es el amor y el respeto que nos tenemos". Tomás asintió con entusiasmo. "Exacto. En mi familia somos todos diferentes, pero eso no significa que no nos queramos o no nos apoyemos.

Mi mamá pinta cuadros hermosos y mi papá cocina las mejores pastas del mundo. Y yo quiero ser futbolista cuando sea grande, mientras que Sofía quiere ser astronauta".

Los niños escucharon atentamente y poco a poco fueron comprendiendo lo que Tomás y Sofía querían decirles. Empezaron a probar las galletitas y a reír juntos. Al final del día, todos se despidieron con abrazos y sonrisas sinceras.

Los amigos de Tomás habían aprendido una gran lección gracias a él y su familia: cada familia es única, diversa y llena de amor si así lo quieren sus integrantes. Y desde entonces, en la escuela de Tomás nadie volvió a burlarse de su familia ni la considerar —"rara" .

Porque ahora sabían que todas las familias son especiales e importantes en su propia manera.

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