Picto-emociones


. Un día, Mica llegó a casa después de un largo día en la escuela. Estaba cansada y quería descansar, pero cuando entró por la puerta, sucedió lo mismo de siempre.

- ¡No quiero! -gritó Mica mientras se quitaba los zapatos y las medias al mismo tiempo. - Mica, recuerda lo que te enseñamos -le dijo su mamá con calma-. Usa tus pictogramas para recordar qué debes hacer cuando llegues a casa.

Mica miró sus pictogramas y vio el dibujo de una niña entrando a su casa sin desvestirse. Respiró hondo y trató de calmarse. Luego, siguiendo los dibujos, se quitó lentamente el abrigo y colgó su mochila en su lugar designado.

- ¡Muy bien! -dijo su papá animándola-. Ahora sigue los demás pasos. Mica siguió mirando sus pictogramas hasta que llegaron al último: sentarse en el sofá y relajarse. Pero justo cuando estaba por sentarse, sonó el teléfono.

Era la tía Ana llamando para saludarla. - Hola tía Ana -dijo Mica tímidamente-. ¿Cómo estás? Su tía le contó sobre sus aventuras del fin de semana pasado mientras Mica asentía con la cabeza.

Cuando colgaron el teléfono, Mica se dio cuenta de que había hecho algo diferente: no había gritado ni llorado como solía hacerlo. - Papá, mamá -les dijo emocionada-, acabo de hablar con mi tía sin tener un berrinche.

¡Lo logré! Sus padres la abrazaron orgullosos y le dijeron que estaban muy contentos por ella. Y desde ese día, Mica siguió usando sus pictogramas para recordar lo que debía hacer cuando llegara a casa. Cada vez era más fácil y pronto se convirtió en una rutina.

Un día, mientras jugaba con su perro en el jardín, Mica vio a su vecino caminar hacia su casa. - Hola Mica -le dijo el vecino-.

¿Te gustaría jugar con mi hija? Mica asintió tímidamente y fue a buscar sus pictogramas para pedir permiso a sus padres. Cuando volvió al jardín, encontró a la hija del vecino esperándola. - Hola -dijo la niña sonriendo-. Soy Ana. ¿Quieres jugar? Mica sonrió tímidamente y asintió con la cabeza.

Juntas jugaron durante horas hasta que llegó la hora de cenar. - ¡Fue divertido jugar contigo! -dijo Ana antes de irse.

Mientras se despedían, Mica se dio cuenta de que había hecho algo nuevo otra vez: había interactuado con alguien sin necesidad de usar sus pictogramas o llorar o gritar.

Esa noche, cuando se acostó en su cama para dormir, Mica sabía que había logrado algo importante gracias al apoyo de sus papás y los pictogramas: ahora podía comunicarse mejor y disfrutar más del mundo que la rodeaba. Y eso era un gran paso adelante.

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