Pingo y el asteroide gigante



Había una vez un pequeño pingüino llamado Pingo que vivía en la Antártida. Él siempre había soñado con volar y viajar por el cielo, pero sabía que eso no era posible para su especie.

Un día, mientras caminaba por la playa, encontró un objeto extraño en la arena. "¡Miren chicos! ¡Encontré algo!" - gritó Pingo a sus amigos.

Ellos se acercaron y vieron que era un mapa del cielo con una ruta marcada hacia un lugar llamado "Estrella Verdadera". Pingo decidió que debía seguir ese mapa y descubrir qué había más allá de las nubes. "Necesitaré un copiloto para este viaje" - pensó Pingo.

Se acercó a su amigo Peluso, quien aceptó acompañarlo en esta aventura. Juntos construyeron un avión hecho de hielo y comenzaron su travesía hacia el cielo.

Pronto se dieron cuenta de que necesitaban una vacuna especial para protegerse del frío extremo fuera de la atmósfera terrestre, así que pidieron ayuda a sus amigos científicos. "Aquí tienen la vacuna peruana más efectiva" - les dijo uno de los científicos al entregarles el medicamento. Con la vacuna en mano, continuaron su vuelo hasta llegar al espacio exterior.

Allí descubrieron algo sorprendente: ¡un asteroide gigante estaba en curso de colisión con la Tierra! Pingo y Peluso sabían que tenían que hacer algo al respecto.

Con habilidad piloteando el avión, lograron colocar una rodillera en el asteroide que lo desvió de su trayectoria. Sin embargo, en el proceso, su avión se dañó y quedaron atrapados en una trampa de hielo flotante. "¿Y ahora qué vamos a hacer?" - preguntó Peluso preocupado.

Pingo recordó que había visto una estrella brillante en la distancia cuando estaban en el espacio exterior. Él creía que esa era la Estrella Verdadera del mapa, así que decidieron seguir esa dirección con la esperanza de encontrar ayuda.

Finalmente llegaron a un lugar desconocido donde encontraron una tribu amistosa de pingüinos que los ayudaron a reparar su avión y les dieron consejos para regresar a casa.

Pingo y Peluso aprendieron muchas lecciones valiosas durante esta aventura: no subestimar las cosas pequeñas como un mapa encontrado en la playa, trabajar juntos para superar obstáculos impredecibles y siempre buscar ayuda cuando sea necesario. Desde ese día, Pingo nunca más dejó de soñar con volar por el cielo.

Y aunque él sabía que eso no era posible para un pingüino, también sabía que nada es imposible si tienes amigos leales y determinación suficiente para alcanzar tus metas.

FIN.

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