Pingu y sus Primeros Días en el Colegio



Era un hermoso día de sol cuando Sofía se despertó emocionada. Hoy era su primer día en el jardín de infantes, y estaba un poquito nerviosa. Al mirar por la ventana, vio a su amigo, un pingüino de peluche llamado Pingu, que la esperaba en su mesita.

"Hola, Pingu, ¿estás listo para ir al colegio?" - preguntó Sofía mientras le daba un abrazo fuerte.

"¡Sí, Sofía! ¡Hoy va a ser un gran día!" - respondió Pingu con su voz suave.

Sofía se preparó: se lavó las manos, se peinó, y se puso su mochila con una merienda deliciosa. Luego, con Pingu en brazos, salió de casa con su mamá.

Al llegar al colegio, Sofía se sintió un poquito asustada porque había tantos niños y niñas nuevas, y el aula parecía muy grande.

"No te preocupes, Sofía. Yo estoy aquí contigo. Además, haremos muchos amigos" - le dijo Pingu.

La maestra, la señorita Carla, les dio la bienvenida a todos con una gran sonrisa.

"¡Hola, chicos! Hoy vamos a aprender algunas cosas muy divertidas y recordaremos algunas reglas para estar todos bien. ¡Espero que se diviertan mucho!" - dijo la maestra.

Sofía se sintió mejor al escuchar a la señorita Carla. Durante el día, aprendieron las reglas básicas del aula, como:

1. **Levantar la mano para hablar**.

2. **No correr dentro del aula**.

3. **Compartir los juguetes**.

4. **Ser amables con los demás**.

Mientras escuchaban, Pingu susurró a Sofía:

"Yo creo que son reglas muy buenas, Sofía. Si las seguimos, nuestro día será más alegre."

Al mediodía, llegó el momento de la merienda. Todos los niños se sentaron en una gran alfombra. Sofía se sentó con Pingu y abrió su mochila.

"Mirá, Pingu, traigo galletitas y una manzana. ¿Qué querés comer?" - preguntó Sofía.

"¡Galletitas!" - dijo Pingu, emocionado.

Pero justo cuando Sofía iba a compartir su merienda, un niño llamado Tomás, que tenía un sombrero de astronauta, se acercó y se puso muy triste porque no había traído nada para comer.

"¡Oh no, pero Tomás!" - exclamó Sofía.

"¿Por qué no compartís un poco de mis galletitas?"

"¿En serio?" - preguntó Tomás, sorprendiendo.

"Claro, a todos nos gusta compartir. Además, mi amigo Pingu siempre me dice que compartir es bueno."

"Gracias, Sofía, eres muy amable" - dijo Tomás sonriendo.

Mientras disfrutaban de la merienda, Pingu miró a Sofía y comentó:

"Mirá, Sofía, ya tenés un amigo más. El colegio no es tan malo después de todo, ¡es un lugar de amigos!" .

Al finalizar el día, todos se prepararon para ir a casa. Sofía se sentía feliz porque había aprendido muchas cosas y había hecho nuevos amigos.

"¡Hoy fue un gran día, Pingu!" - dijo Sofía mientras caminaba de regreso a casa.

"Sí, ¡y mañana será aún mejor!" - respondió Pingu.

Desde ese día, Sofía y Pingu ya no estaban nerviosos. Juntos aprendieron a ser amables, a compartir, y sobre todo, a hacer nuevos amigos en cada rincón del colegio. Y así, los días pasaron llenos de aventuras, risas, galletitas y nuevos aprendizajes.

Y aunque a veces había días difíciles, Sofía siempre sabía que con Pingu a su lado, todo sería más fácil y divertido.

FIN.

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