Pinocho y el Gran Roble


En un bosque encantado, vivía Pinocho, un niño muy especial. A diferencia de los demás, Pinocho no era de madera, sino que estaba hecho de hojas, ramas y musgo.

Sus ojos brillaban como dos estrellas y su risa era tan contagiosa como el trinar de los pájaros. Pinocho tenía un gran amigo llamado Don Roble, un imponente árbol centenario que era famoso en todo el bosque.

Don Roble era sabio y cariñoso, y siempre estaba dispuesto a escuchar y aconsejar a Pinocho. Juntos, vivían grandes aventuras y aprendían lecciones valiosas.Un día, una gran tormenta azotó el bosque, causando estragos por todas partes. El viento soplaba con furia, y la lluvia caía sin piedad.

Pinocho y Don Roble se refugiaron bajo las ramas protectoras del gran árbol. "¡Tranquilo, Pinocho!", dijo Don Roble con voz calmada. "Las tormentas vienen y van, pero siempre hay algo bueno que aprender de ellas". Pinocho asintió, agradeciendo la calidez y la protección de su amigo.

Pasaron las horas, y finalmente la tormenta amainó. Sin embargo, algo terrible había sucedido: un rayo había partido en dos el tronco de Don Roble. Pinocho se llenó de tristeza al ver a su amigo herido.

"No te preocupes por mí, querido Pinocho", dijo con voz suave Don Roble. "Aunque mi cuerpo se haya partido, mis raíces están fuertes y mi espíritu seguirá viviendo en este bosque para siempre".

Estas palabras llenaron de valor a Pinocho, quien decidió cuidar y proteger a su amigo todo lo que pudiera. Con el tiempo, Don Roble se fue recuperando, y Pinocho se encargó de regar sus raíces, cantarle canciones y contarle historias para animarlo. Juntos, demostraron que la amistad verdadera puede superar cualquier adversidad.

Y así, Pinocho y Don Roble continuaron viviendo nuevas aventuras, siempre apoyándose mutuamente y recordando que, en los momentos difíciles, el amor y la amistad son los mayores tesoros que se pueden tener.

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