Pipa y la Aventura del Río Arga
En un tranquilo pueblo cerca del río Arga, vivía una perrita llamada Pipa. Era una perra juguetona de pelaje dorado y ojos brillantes que siempre estaba llena de energía. Un hermoso día de primavera, Pipa decidió salir a jugar al lado del río.
Mientras corría alegremente, pasó por la orilla y vio a un grupo de patos nadando y jugando en el agua. "¡Mira esos patos! Son tan divertidos, ¡debo jugar con ellos!"- pensó Pipa. Sin pensarlo dos veces, comenzó a correr tras ellos.
Los patos, al darse cuenta de que Pipa los estaba persiguiendo, comenzaron a nadar más rápido y a chapotear en el agua. "¡Vamos, corre Pipa!"- gritó un pequeño pato, riendo. "No me dejaré atrapar tan fácilmente"- agregó otro pato mientras hacían giros y vueltas.
Pipa no se dio cuenta de que, mientras corría detrás de sus nuevos amigos, se alejaba más y más de su casa. Tras unos minutos de diversión, Pipa se detuvo al borde del agua, un poco cansada. "¿Dónde estoy?"- se preguntó. Miró a su alrededor y no pudo ver a su dueña ni a su hogar.
"¡Ay no! ¡Me perdí!"- lloró Pipa, sintiéndose triste y asustada. Los patos, al notar su desánimo, salieron del agua y se acercaron a ella.
"¿Por qué lloras, Pipa?"- preguntó uno de los patos, inquieto. "Me he perdido y no sé cómo volver a casa"- respondió la perrita, con lágrimas en sus ojos.
El pato más viejo, que llevaba una pequeña boina, la miró con amabilidad. "No te preocupes, Pipa. Nosotras podemos ayudarte, pero primero, debes calmarte y pensar"- dijo. Pipa respiró hondo y se sentó en la orilla.
"¿Cómo puedo volver?"- preguntó, tratando de encontrar una solución.
"Recuerda el camino que tomaste para llegar aquí. ¿Qué cosas viste en el camino?"- sugirió otro pato. Pipa se esforzó por recordar. "Vi un gran árbol con flores rosas y luego una piedra enorme junto a un tronco caído"- dijo, empezando a recuperar la esperanza.
"¡Perfecto! ¿Recuerdas cómo volviste de allí?"- preguntó el pato con la boina. "Claro, seguí esta orilla del río, pero me distraje buscando su camino"- recordó Pipa.
"Entonces es hora de regresar. Juntos, te ayudaremos a encontrar el camino de vuelta"- animó el pato. Pipa sonrió al darse cuenta de que no estaba sola y que tenía la ayuda de sus nuevos amigos.
Con los patos guiando a Pipa, empezaron a caminar por la orilla del río. Mei, el pato que había reído, se deslizó por el agua. "¡Cuidado con la piedra!"- gritó antes de que Pipa se diera cuenta.
"Gracias, lo hubiera olvidado"- dijo la perrita, sonriendo mientras saltaba sobre la piedra. Juntos continuaron avanzando hasta llegar al árbol lleno de flores rosas. "¡Sí, eso es! ¡Estamos en el camino correcto!"- gritó feliz Pipa.
Pero justo cuando pensaba que todo iba bien, Pipa vio un ruido en los arbustos. "¿Qué fue eso?"- preguntó asustada. "No tengas miedo, solo es un conejo"- le respondió el pato con la boina. Salió un pequeño conejo curioso y se unió al grupo. "¿Adónde van?"- preguntó él.
"Estamos ayudando a Pipa a volver a su casa"- explicó un pato. El conejo miró a Pipa y dijo: "¡Yo también puedo ayudar! Conozco este bosque muy bien"-.
Pipa, sintiéndose más segura, decidió seguir al conejo. Con él al mando, cruzaron pequeños arbustos y terrenos llenos de flores hasta que se encontraron con un sendero bien marcado. "Por ahí, el sendero te llevará a tu hogar"- le dijo el conejo.
Ahora se sentía emocionada pero todavía un poco nerviosa. "¡No puedo creer que me he perdido y ahora tengo tantos amigos para ayudarme!"- exclamó Pipa. "Esto es lo mejor que nos ha pasado"- dijo uno de los patos, todos ríen.
Finalmente, después de un rato de marcha, Pipa pudo ver su casa desde la distancia. "¡Mira! ¡Es mi casa!"- saltó emocionada. Se despidió de sus nuevos amigos. "¡Gracias por ayudarme! Ustedes son los mejores!"- dijo Pipa con gratitud, moviendo su cola felizmente.
"Recuerda, Pipa, siempre que te sientas perdida, busca ayuda y recuerda que no estás sola"- le aconsejó el pato con la boina.
Pipa se despidió y corrió hacia su hogar, donde su dueña la esperaba con los brazos abiertos. "¡Pipa, te estaba buscando!"- exclamó ella, llenándole de abrazos. Pipa sabía que nunca olvidaría la lección de este día, que a veces las aventuras pueden llevarnos por caminos inesperados, pero con amigos y valentía, siempre podemos encontrar el camino de regreso a casa.
FIN.