Pipí y perseverancia
Había una vez una niña llamada Jazmín, que vivía en un pequeño pueblo rodeado de hermosos campos y coloridas flores. Jazmín era muy curiosa y siempre estaba buscando nuevas aventuras.
Sin embargo, había algo que la preocupaba: aún no había aprendido a hacer pipí sola. Jazmín veía a sus amigos del jardín de infantes ir al baño sin ayuda, pero ella siempre necesitaba la ayuda de su mamá o su papá.
Esto la hacía sentir triste y frustrada, ya que quería ser independiente como los demás niños. Un día, mientras caminaba por el campo con su amiga Lola, Jazmín le contó sobre su problema. Lola escuchó atentamente y luego le dijo: "No te preocupes, Jazmín.
Yo también tuve dificultades para aprender a hacer pipí sola, pero encontré una forma divertida de aprender". Intrigada por las palabras de Lola, Jazmín preguntó cómo lo hizo.
Lola sonrió y respondió: "Mi mamá me enseñó a través de un juego. Cada vez que iba al baño sin ayuda, poníamos una estrella en mi tablero de logros". Jazmín se emocionó ante la idea del juego y decidió intentarlo también.
Corrió hacia su casa y le pidió a su mamá que hicieran lo mismo. A partir de ese día, cada vez que Jazmín hacía pipí sola en el baño, ella y su mamá ponían una estrella en el tablero.
Al principio fue difícil para ella recordar ir al baño sin ayuda, pero poco a poco se fue acostumbrando. Un día, mientras Jazmín estaba jugando en el jardín, sintió las ganas de hacer pipí.
Sin pensarlo dos veces, corrió hacia el baño y lo hizo sola por primera vez. Estaba tan emocionada que gritó de alegría: "¡Mamá, mamá! ¡Hice pipí sola!"Su mamá se acercó corriendo y vio la sonrisa radiante en el rostro de Jazmín.
Ambas celebraron este gran logro colocando una estrella dorada en el tablero. A medida que pasaban los días, Jazmín se volvía más independiente y segura de sí misma. Ya no necesitaba la ayuda de sus padres para ir al baño y eso le daba mucha felicidad.
Un día, cuando Jazmín llegó al jardín de infantes con su tablero lleno de estrellas doradas, todos sus amigos quedaron sorprendidos. Querían saber cómo había logrado aprender a hacer pipí sola.
Jazmín les contó sobre el juego y cómo cada estrella representaba un paso hacia su independencia. Sus amigos se emocionaron tanto que decidieron empezar a jugar también.
Desde ese día, todos los niños del jardín comenzaron a poner estrellas en sus propios tableros cada vez que hacían pipí solos. Se ayudaban mutuamente y compartían consejos para superar cualquier dificultad. La historia de Jazmín inspiró a otros niños a ser valientes y nunca rendirse ante los desafíos.
Aprendieron que con paciencia, perseverancia y un poco de diversión, podían superar cualquier obstáculo que se les presentara.
Y así, Jazmín y sus amigos demostraron que aprender a hacer pipí solo no era solo un paso más en su crecimiento, sino también una oportunidad para fortalecer su confianza y amistad.
FIN.