Pipo y el huevo perdido



Un día, mientras jugaban en el parque, Tomas y su hermana encontraron un huevo de pájaro abandonado en el suelo. - ¡Mira! ¡Un huevo! -exclamó Tomas emocionado-.

¿Qué podemos hacer con él? - Podemos llevárnoslo a casa y cuidarlo hasta que nazca -sugirió su hermana. Así fue como los dos niños tomaron el huevo y lo colocaron en una caja llena de algodón para mantenerlo caliente.

Cada día lo revisaban para asegurarse de que estaba bien y le hablaban al pequeño ser que crecía dentro del cascarón.

Sin embargo, un día llegó la sorpresa: ¡el huevo había eclosionado! De él salió un pajarito muy pequeñito que abrió sus ojos por primera vez para ver a los dos niños sonrientes que lo rodeaban. - ¡Es tan lindo! -dijo la hermanita de Tomas-. ¿Cómo se llama? - No tiene nombre aún -respondió Tomas-. Pero podemos llamarlo Pipo.

A partir de ese momento, Pipo se convirtió en el nuevo integrante de la familia. Los niños aprendieron todo acerca del cuidado de las aves y pasaron largas horas observando cómo crecía cada día más fuerte y saludable gracias a sus atenciones.

Pero un día ocurrió algo inesperado: Pipo voló fuera de la ventana abierta sin previo aviso. Los niños corrieron tras él pero era demasiado tarde, ya se había perdido entre los árboles cercanos. Tomas sintió mucha tristeza por perder a su amigo alado.

Sin embargo, decidió que no podía quedarse así y decidió hacer algo al respecto. - Voy a poner carteles por toda la ciudad para encontrar a Pipo -dijo con determinación. Así fue como Tomas comenzó una campaña de búsqueda intensiva.

Pegaba carteles en las calles, hablaba con sus amigos y hasta organizó un pequeño grupo de voluntarios para buscar en los lugares más recónditos del parque.

Después de varios días sin éxito, Tomas estaba a punto de darse por vencido cuando recibió una llamada inesperada. - ¿Es usted el chico que busca a un pajarito llamado Pipo? -preguntó la voz en el otro extremo del teléfono. - ¡Sí! ¡Soy yo! -respondió Tomas emocionado-. ¿Lo encontraron? - Sí, señor.

Lo tenemos aquí en el parque. Está sano y salvo gracias a su anillo identificador que nos permitió contactarlo con usted. Tomas corrió hacia el lugar donde se encontraban los guardaparques.

Allí estaba Pipo, saltando felizmente sobre su hombro mientras lo saludaba con su canto melodioso. - ¡Pipo! -exclamó Tomas emocionado mientras abrazaba al pajarito-. Pensé que nunca te volvería a ver.

Desde ese día, Tomas aprendió mucho acerca del valor de la perseverancia y la importancia de cuidar y proteger todo lo que es importante para él. Y junto a su hermanita, continuaron enseñándole al mundo cómo las pequeñas acciones pueden tener grandes consecuencias positivas para todos.

FIN.

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