Piti Piti y el abrazo de mil hilos



Había una vez una niña llamada Lucía que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos cristalinos. Lucía era una niña curiosa y muy dulce, pero a veces se sentía sola, especialmente porque su mamá trabajaba mucho y no siempre podía estar con ella. Sin embargo, siempre esperaba con ansias la llegada de su amiga especial: una arañita llamada Piti Piti.

Cada tarde, cuando el sol comenzaba a esconderse tras las montañas, Piti Piti aparecía en la ventana de Lucía. Tenía un pequeño cuerpo animal y ocho patitas que se movían de un lado a otro con una gracia increíble.

"Hola, Lucía!", decía Piti Piti con su vocecita suave. "¿Lista para jugar?"

"¡Hola, Piti! ¡Siempre estoy lista para jugar contigo!" respondía Lucía.

Piti Piti era muy especial. Tenía la habilidad de tejer hermosas telarañas que brillaban como estrellas al caer la luz del atardecer. Juntas, pasaban horas creando figuras mágicas en la tela de araña, fantasmas, flores, y hasta dragones. La imaginación de Lucía no tenía límites cuando estaba con Piti.

Un día, mientras tejían juntas, Piti Piti le contó un secreto.

"¿Sabías que la tela de araña tiene el poder de atrapar momentos felices?"

"¿Momentos felices?", preguntó Lucía con los ojos brillantes.

"Sí, cada vez que ríes o sientes amor, yo lo atrapo en mis hilos", dijo Piti Piti.

Lucía estaba maravillada.

"¿Entonces cada vez que jugamos juntas el hilo se llena de amor?"

"Exactamente, Lucía. Y cada vez que lo etiendo, lo comparto con el mundo", respondió Piti con una sonrisa.

Todo iba bien hasta que un día, Piti Piti le dijo a Lucía que no podría visitarla por un tiempo.

"No te asustes, solo necesito ayudar a una arañita amiga que está un poco triste", explicó.

"¿Pero volverás?" preguntó Lucía con la voz temblorosa.

"Sí, pero necesito que guardes un poquito de amor en tu corazón para que pueda regresar más fuerte", le dijo Piti.

Desde ese día, Lucía se sintió sola. A pesar de que intentaba sonreír, todo parecía un poco gris. Sin embargo, recordó las enseñanzas de Piti Piti y comenzó a buscar momentos felices. Se dedicó a ayudar a su mamá en casa, a jugar con otros niños en el parque y a cuidar de su mascota, un perrito llamado Pipo.

Un atardecer, mientras lucía pintaba un arcoíris, vio algo moverse en su ventana. Era Piti Piti. Lucía se llenó de alegría.

"¡Volviste!" gritó.

"Sí, y traigo algo especial. He estado tejiendo una telaraña gigante con todos los momentos felices que hemos compartido. ¡Mira!" Y mostró una telaraña que brillaba con todos los colores del arcoíris.

"¡Es hermosa!", exclamó Lucía.

"Y ahora quiero compartirla contigo. Puedes usarla como un abrazo que siempre te recordará nuestro amor", le dijo Piti Piti.

Lucía se sintió muy agradecida y comprendió algo importante: el amor que compartía con su mamá y con sus amigos crecía y se multiplicaba. Piti Piti le dio un abrazo ligero con sus hilos y se despidió.

"Recuerda, Lucía, el amor es como hilos invisibles que conectan a las personas, está siempre ahí, incluso cuando no puedes verlo", le dijo mientras se alejaba.

Desde ese día, Lucía supo que siempre llevaría a Piti Piti en su corazón y que cada momento compartido era un hilo más en la telaraña del amor.

Y así, la niña aprendió a ser fuerte y a buscar la felicidad en cada rincón, sintiendo siempre la presencia del amor en su vida.

FIN.

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