Plafidermo y Sus Nuevos Dientes



Era un día soleado en el valle de los dinosaurios, y Plafidermo, un pequeño diplodocus con grandes ojos curiosos, se despertó con un extraño cosquilleo en su boca. "Mamá, creo que algo raro está pasando con mis dientes"-, dijo Plafidermo mientras tocaba con su patita su pequeña sonrisa.

La mamá de Plafidermo, una sabia y cariñosa diplodocus llamada Doli, lo miró con una gran sonrisa. "No te preocupes, querido Plafidermo. Estás creciendo, y eso significa que tus dientes también deben cambiar. Es algo natural y le pasa a todos los dinosaurios de tu edad"-.

Plafidermo se sentó pensativo. "Pero, ¿por qué tengo que cambiar mis dientes?"-

Doli se acomodó junto a su hijo, buscando la mejor manera de explicarle. "Los dientes nuevos te ayudarán a comer mejor y a masticar los deliciosos verdes que tanto te gustan. Además, son más fuertes y te servirán para toda tu vida"-.

Plafidermo se sintió un poco mejor, pero aún tenía sus dudas. "Eso suena bien, pero tengo miedo de que me duela"-.

"Es normal tener un poco de miedo, cariño. Pero te prometo que estaré a tu lado. Siempre puedes contar conmigo"-, lo animó Doli mientras le acariciaba la cabeza.

Decidido a enfrentar su miedo, Plafidermo fue al río a encontrarse con sus amigos. Allí estaban Tini, la tenontosaura, y Kio, el triceratops.

"¡Hola, Plafidermo! Pareces un poco preocupado"-, dijo Tini.

"Sí, estoy a punto de cambiar mis dientes"-, respondió Plafidermo.

Kio, que era más grande y fuerte, le dio una palmadita en la espalda. "No te preocupes, amigo. Yo también cambié mis dientes hace un tiempo, y fue más fácil de lo que pensaba"-.

"¿De verdad no dolió?"-, inquirió Plafidermo.

"Claro, solo sentí un pequeño cosquilleo, nada más. Después, hasta comí más rico"-, dijo Kio sonriendo con orgullo.

Plafidermo se sintió un poco más seguro, pero decidió que necesitaba más consejos. "¿Qué pasa si pierdo un diente en medio de una carrera?"-, preguntó.

Doli se unió a la conversación justo a tiempo. "Lo mejor es que siempre debes tener cuidado al jugar. Pero si algún diente se cae, puedes seguir jugando. ¡Es un símbolo de que estás creciendo!"-

Entonces, una nube oscura pasó por el cielo, y un viento fuerte comenzó a soplar. Un trueno resonó y los amigos se miraron entre ellos con preocupación. "¡Oh no! Parece que va a llover"-, dijo Tini.

De repente, un rayo iluminó el cielo, y todos los dinosaurios comenzaron a correr.

Plafidermo sintió cómo su corazón latía rápido, y quizás su miedo a los dientes no era tan grande ahora que debía preocuparse por la lluvia.

Doli le gritó a su hijo. "Recuerda, Plafidermo. Si sientes miedo, respira hondo y piensa en algo agradable"-.

Mientras corrían, Plafidermo comenzó a pensar en los buenos momentos que había pasado con sus amigos, en las aventuras que habían tenido, y en cómo se sentía al estar con su mamá. En ese instante, un trueno más fuerte resonó y, sin pensarlo, Plafidermo abrió la boca en un grito. Y ahí, ¡pop! Su diente de leche se soltó y cayó al suelo.

Plafidermo se detuvo, sorprendido. "¡Mamá! ¡Se me cayó un diente!"- gritó con alegría y algo de temor.

Doli sonrió. "¡Eso es fantástico! Eso significa que estás creciendo, Plafidermo. A ver, ¿dónde está ese diente?"-. Plafidermo se agachó y lo recogió del barro.

"Esto es genial. Ahora tengo un diente como un trofeo. ¿Qué hago con él?"- preguntó.

"Podemos guardarlo en un lugar especial para recordarlo siempre"-, sugirió Doli.

Mientras la lluvia comenzaba a caer, Plafidermo sintió una sacudida de emoción. "Me parece que cambiar mis dientes no es tan malo después de todo. Puedo ser como Kio, y también puedo tener buenos recuerdos con mi mamá"-.

Y así, en ese día lluvioso, bajo la lluvia y con un diente en su mano, Plafidermo comprendió que crecer era emocionante, lleno de sorpresas y que siempre tendría a su mamá para apoyarlo. "¡Gracias, mamá!"- dijo mientras ambos se metían bajo un árbol para resguardarse de la lluvia. "Cada cambio trae algo nuevo y divertido"-.

Y así, entre conversaciones y risas, Plafidermo aprendió a enfrentar su miedo, y cada vez que miraba su diente, recordaba que lo mejor de crecer era el amor y el apoyo inquebrantable de su madre.

FIN.

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