Planet Protectors


Había una vez un niño llamado Mateo, que siempre soñaba con viajar a otros planetas y descubrir seres extraños. Un día, mientras observaba las estrellas desde su ventana, vio una luz muy brillante en el cielo.

Intrigado, Mateo decidió seguir la luz hasta encontrar su origen. Caminó por el bosque cercano a su casa y de repente se encontró frente a una nave espacial.

Sin pensarlo dos veces, entró en ella y comenzó un increíble viaje hacia lo desconocido. Cuando la nave finalmente aterrizó en un planeta lejano, Mateo salió emocionado para explorar. Pero se dio cuenta de que estaba rodeado de seres extraños con formas y colores nunca antes vistos.

Aunque al principio le dieron miedo, decidió acercarse con curiosidad. "¡Hola! Soy Mateo", dijo tímidamente mientras extendía la mano hacia uno de los seres. El ser respondió en un idioma desconocido, pero parecía amigable.

Después de unos momentos de confusión, ambos lograron entenderse utilizando gestos y sonidos simples. Mateo pasó días maravillosos aprendiendo sobre la cultura del planeta extraterrestre. Descubrió que estos seres eran pacíficos y respetuosos con todo lo que los rodeaba.

También aprendió que cuidaban mucho su entorno natural y vivían en armonía con él. Un día, mientras exploraban juntos el bosque del planeta alienígena, Mateo notó algo preocupante: había basura esparcida por todas partes. Los árboles estaban tristes y marchitos, y los animales parecían asustados.

"¿Qué le pasó a este lugar tan hermoso?", preguntó Mateo con tristeza en su voz. El ser extraterrestre explicó que una nave espacial había dejado caer la basura mientras volaba sobre el planeta.

Los habitantes del planeta no sabían cómo deshacerse de ella y no tenían los recursos para limpiarlo todo. Mateo, decidido a ayudar, tuvo una idea brillante.

Recordando lo que había aprendido de estos seres amigables, se dio cuenta de que podrían utilizar los recursos naturales del planeta para crear herramientas de limpieza. Con la ayuda de sus nuevos amigos alienígenas, Mateo diseñó un sistema para reagarrar y reciclar la basura. Juntos, construyeron máquinas que transformaban los desechos en materiales útiles nuevamente.

Poco a poco, el planeta comenzó a recuperarse. Los árboles volvieron a florecer y los animales recuperaron su alegría. El paisaje se convirtió en un lugar hermoso una vez más. Cuando llegó el momento de partir, Mateo estaba triste pero satisfecho.

Había hecho amigos maravillosos y había logrado hacer algo bueno por ese planeta lejano. Antes de subir a su nave espacial para regresar a casa, uno de los seres extraterrestres le entregó un pequeño objeto brillante como muestra de gratitud.

"Gracias por tu ayuda", dijo el ser extraterrestre mientras abrazaba a Mateo. "Nunca olvidaremos nuestra amistad". De vuelta en su hogar, Mateo compartió su increíble historia con su familia y amigos.

Les mostró el objeto brillante que le habían dado como recuerdo de su aventura. A partir de ese día, Mateo se convirtió en un defensor del medio ambiente y siempre recordaba la amistad que había encontrado en aquel planeta lejano.

Aprendió a valorar y cuidar el mundo en el que vivía, para asegurarse de que nunca se convirtiera en un lugar lleno de basura como el planeta extraterrestre.

Y así, Mateo demostró al mundo que incluso los seres más extraños pueden enseñarnos valiosas lecciones sobre amistad, respeto y cuidado del medio ambiente.

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