Platón y el equilibrio de lo antiguo y lo nuevo


Había una vez un filósofo llamado Platon que vivía en una caverna muy especial. A diferencia de las cavernas comunes, la suya estaba llena de aparatos modernos como computadoras, tabletas y teléfonos inteligentes.

A pesar de tener todas estas tecnologías a su disposición, Platon pasaba la mayor parte del tiempo observando sombras en la pared, tal como lo hacía en sus tiempos de antiguo.

Un día, mientras Platon se encontraba absorto mirando las sombras en la pantalla de su computadora, escuchó un ruido extraño proveniente del fondo de la caverna. Decidió adentrarse para descubrir qué era lo que lo había perturbado.

Para su sorpresa, encontró a un grupo de niños jugando con luces brillantes y haciendo figuras con bloques electrónicos. "¡Hola! ¿Qué están haciendo aquí?" preguntó Platon curioso.

Los niños se acercaron emocionados y le explicaron que estaban explorando el mundo exterior a través de la tecnología y que querían enseñarle cómo funcionaban todos esos aparatos modernos. Al principio, Platon dudaba si debía abandonar sus sombras para adentrarse en ese nuevo mundo desconocido, pero finalmente decidió dejarse llevar por la curiosidad y aprender algo nuevo.

Con el tiempo, Platon descubrió un universo fascinante más allá de las sombras en la pared.

Aprendió a comunicarse con personas de todo el mundo a través de internet, a investigar sobre cualquier tema en cuestión de segundos y a expandir sus conocimientos más allá de lo que jamás había imaginado. Los niños se convirtieron en sus amigos y juntos exploraban las maravillas del mundo digital. Sin embargo, no todo era perfecto.

Pronto Platon se dio cuenta de que pasar tanto tiempo frente a las pantallas lo alejaba del contacto directo con la naturaleza y con los demás seres humanos. Comenzó a extrañar las conversaciones cara a cara y los paseos al aire libre.

Fue entonces cuando decidió equilibrar su vida entre el mundo virtual y el mundo real. "Es importante no perderse en las sombras digitales" les dijo un día a los niños-. "La verdadera sabiduría está en encontrar el equilibrio entre lo antiguo y lo moderno".

Y así, Platon siguió viviendo en su caverna con aparatos modernos pero nunca olvidando la importancia del contacto humano real y el valor de contemplar las verdaderas luces del sol fuera de aquella cueva digital.

Los niños aprendieron junto a él esta valiosa lección: que aunque la tecnología sea fascinante, nada puede reemplazar el calor humano ni la belleza natural del mundo que nos rodea.

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