Plumita y la huella positiva



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Alegre, donde vivían Renata, una niña muy curiosa y aventurera, y sus mejores amigos: Pepe, Mateo, Simba y Moka.

Renata era conocida por su amor por los animales y siempre estaba buscando nuevas formas de ayudarlos. Un día, mientras exploraba el bosque cerca de su casa, encontró a un pajarito herido en el suelo. Sin dudarlo, lo recogió y decidió llamarlo Plumita.

Renata sabía que necesitaba ayuda para cuidar a Plumita adecuadamente. Corrió hacia la casa de Pepe y le contó lo que había encontrado. Pepe era un chico inteligente e ingenioso al que le encantaban los desafíos.

Juntos idearon un plan para construirle una jaula especial a Plumita donde pudiera recuperarse hasta poder volar nuevamente. Mientras trabajaban en la jaula de Plumita, Mateo se acercó con una caja llena de semillas y frutas frescas para alimentarlo.

Mateo era amante de la naturaleza y siempre llevaba consigo algo delicioso para compartir con los animales. Simba se les unió poco después con su mochila llena de juguetes para entretener a Plumita durante su recuperación.

Simba era un niño valiente y cariñoso que adoraba jugar con sus amigos animals o emplumados. Finalmente, Moka llegó corriendo con vendas medicinales para ayudar a sanar las heridas del pajarito. Moka era hija del veterinario del pueblo y tenía mucho conocimiento sobre cómo cuidar a los animales.

Con la jaula lista, Renata y sus amigos colocaron a Plumita en su nuevo hogar temporal. Todos estaban emocionados por ayudar al pequeño pajarito y se turnaban para visitarlo todos los días.

Pero un día, cuando fueron a ver a Plumita, descubrieron que había desaparecido de su jaula. Renata estaba devastada y no podía entender cómo había podido escaparse. "No te preocupes, Renata", dijo Pepe con una sonrisa en el rostro.

"Seguro que Plumita ya está lo suficientemente fuerte como para volar". Renata decidió confiar en las palabras de Pepe y buscaron por todo el pueblo, mirando hacia arriba en los árboles y escuchando atentamente el canto de los pájaros.

Después de un rato buscando, encontraron a Plumita posado en una rama alta del árbol más grande del pueblo. Parecía feliz y lleno de vida mientras cantaba junto con otros pájaros. La alegría invadió sus corazones al ver que Plumita estaba bien y libre para volar nuevamente.

Renata aprendió una valiosa lección sobre dejar ir a aquellos que amamos cuando es lo mejor para ellos. Desde ese día, Renata continuó ayudando a los animales necesitados junto con sus amigos.

Juntos construyeron refugios para perros callejeros, alimentaron gatos abandonados e incluso plantaron árboles para darle hogar a muchos más pajaritos como Plumita.

Y así fue como Renata Amigo pepe Mateo Simba Moka demostraron que trabajando juntos pueden hacer grandes cosas y marcar la diferencia en el mundo.

FIN.

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