Porque el Amor tan grande y cuerpo tan pequeño



Había una vez en un bosque encantado, una pequeña hada llamada Amorosa. A pesar de su diminuto tamaño, su corazón rebosaba de amor y bondad.

Amorosa siempre quería ayudar a los demás, pero no sabía cómo hacerlo debido a su tamaño. Un día, mientras volaba por el bosque, encontró a un conejito triste y solitario. El conejito le contó a Amorosa que se sentía muy solo porque era demasiado pequeño para jugar con los demás animales del bosque.

Amorosa decidió que tenía que hacer algo al respecto. Entonces, emprendió un viaje para buscar a la sabia tortuga Milagrosa, quien vivía en el centro del bosque. - Hola, querida Amorosa. ¿En qué puedo ayudarte hoy? - saludó la tortuga Milagrosa.

- Oh, Milagrosa, el conejito se siente muy solo y triste porque es pequeño y no puede jugar con los demás. ¿Qué puedo hacer para ayudarlo? - preguntó Amorosa con preocupación.

La tortuga Milagrosa sonrió y le dijo: - Querida Amorosa, el tamaño no importa cuando se trata de amor y amistad. Puedes ayudar al conejito recordándole lo especial que es. Ve y háblale con palabras sinceras desde tu corazón.

Aunque tu cuerpo sea pequeño, tu amor es enorme y eso es lo que importa. Llena su corazón con amor y verás que su tamaño no le impedirá ser feliz. Con estas sabias palabras en mente, Amorosa regresó junto al conejito.

Con dulzura y sinceridad, le recordó lo valioso y maravilloso que era, y lo mucho que lo apreciaba. El conejito se iluminó, sus ojos brillaban de alegría.

A partir de ese momento, los dos se convirtieron en grandes amigos y juntos descubrieron que el amor verdadero va más allá del tamaño o la apariencia. Finalmente, Amorosa comprendió que, aunque su cuerpo fuera pequeño, su amor podía hacer grandes cosas.

Y desde ese día, la pequeña hada siguió repartiendo amor y felicidad por todo el bosque, enseñando a todos que el amor no conoce límites ni tamaños. Y colorín colorado, este cuento ha terminado.

FIN.

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