Poseidón y la Amistad del Océano
En un rincón profundo y misterioso del océano, vivía Poseidón, el dios de los mares. Mientras las criaturas marinas nadaban y jugaban entre corales de colores vibrantes, Poseidón observaba desde su trono de conchas y piedras preciosas, sintiéndose un poco solo. No había nadie con quien compartir sus pensamientos ni sus aventuras.
Un día, mientras contemplaba las burbujas que subían a la superficie, decidió que era hora de cambiar su vida. 'Quizás un poco de compañía haría bien a mi corazón', pensó. Así que decidió salir a la superficie.
Al llegar a la orilla, vio a un grupo de niños jugando y riendo. 'Qué raros son', pensó, 'parecen tan felices'. Pasó su larga cola de pez por la playa, dejando un destello de espuma a su paso.
"¡Miren!" - gritó uno de los niños, apuntando hacia el agua.
"¡Es un monstruo del océano!" - dijo otro, asustado.
Poseidón, al escuchar esto, se sintió triste. "No soy un monstruo. Soy Poseidón, el dios de los mares. Solo quiero hacer amigos" - dijo, sacando su cabeza fuera del agua, revelando su hermosa melena de algas.
Los niños se miraron entre sí, pero la curiosidad ganó y se acercaron.
"¿De verdad eres un dios?" - preguntó la más pequeña, con ojos brillantes.
"Sí" - respondió Poseidón, un poco tímido.
"Entonces, ¡puedes hacer que las olas sean gigantes!" - exclamó un niño llamado Nikos, emocionado.
"Puedo mover el mar, pero también puedo ser su amigo" - dijo él con una sonrisa.
Decidieron que Poseidón debía demostrar su poder, y juntos, hicieron una competencia de olas. Poseidón creó olas enormes y suaves, perfectas para surfear. Todos los niños rieron y gritaron de alegría mientras deslizaban sobre las olas creadas por su nuevo amigo.
Pero tras un rato de diversión, Poseidón notó algo. Los niños, aunque felices, estaban dejando atrás toda su basura en la playa. Tazones de plástico, latas y plásticos se amontonaban en la arena.
"Hey, ¿no deberíamos cuidar el océano?" - preguntó Poseidón, un poco preocupado.
"¿Por qué? No es nuestro, es tuyo" - respondió un niño descarado.
Poseidón, con su voz profunda y tranquila, dijo: "El océano es de todos, y si lo cuidamos, podremos jugar en él siempre. Si está sucio, no solo me duele a mí, también les duele a ustedes porque no podrán disfrutar de sus juegos" -
Los niños se miraron entre sí, comprendiendo la importancia de cuidar el lugar donde jugaban.
"¡Vamos a limpiarlo!" - propuso la pequeña.
Y así, pueden imaginarse, todos se unieron, armados con baldes y bolsas, recogiendo toda la basura. Juntos, rieron y se divirtieron mientras hacían de su playa un lugar más bonito.
Después de un rato, la playa empezó a brillar de nuevo, y vieron cómo las olas llevaban la basura hacia el fondo.
"Miren, el océano nos está dando las gracias" - exclamó Poseidón al ver cómo los peces danzaban alrededor de ellos.
Los niños no solo aprendieron sobre la importancia de cuidar el océano, sino que también habían hecho un amigo único.
"Prometemos cuidar del mar y venir a jugar contigo a menudo" - dijeron en coro.
Desde entonces, Poseidón no se sintió solo. Cada vez que los niños venían a jugar, el océano vibraba con risas, y el dios marino sabía que la verdadera amistad estaba en cuidar y compartir.
Bajo el brillo de las estrellas y el murmullo de las olas, Poseidón sonreía, ya no como un dios solitario, sino como un amigo del océano.
FIN.