Preta, la hormiguita sin huesos


En un hormiguero muy especial vivía Preta, una pequeña hormiguita negra. A diferencia de sus amigas, que eran de colores brillantes como el rojo y el amarillo, Preta se destacaba por su color oscuro.

A pesar de esto, era muy querida por todas las demás hormiguitas. "Hola Preta, ¿cómo estás hoy?" saludaba Blanquita, una hormiguita de color blanco. "Hola Blanquita, estoy muy bien, gracias. Hoy encontré un rico pedacito de hoja para compartir con todas ustedes", respondía Preta con entusiasmo.

A pesar de ser diferentes en color, todas las hormiguitas compartían el mismo hogar, el mismo alimento y la misma amistad. Un día, mientras exploraban en busca de comida, se encontraron con un pequeño grillo.

"¡Miren lo que encontré!" exclamó Preta. "¿Qué es eso?" preguntó Azulita, una hormiguita de color azul. "Es un grillo, está petrificado", explicó Preta. "¿Petrificado? ¿Eso significa que tiene huesos?" cuestionó asombrada Amarillita, una hormiguita amarilla. "Sí, pero nosotros no tenemos huesos.

Nuestro cuerpo es suave y flexible, así podemos movernos por los túneles del hormiguero con facilidad", respondió Preta. Las hormiguitas se quedaron pensativas.

A partir de ese día, comenzaron a investigar más sobre sus propios cuerpos y descubrieron que, a pesar de ser diferentes en color y no tener huesos, todas compartían la misma naturaleza de hormiga. Aprendieron a valorar sus diferencias y a trabajar juntas para hacer de su hormiguero un lugar aún más especial.

Finalmente, entendieron que lo que importa no es el color de su piel, sino la grandeza de sus corazones y la amistad que las unía.

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