Primas Unidas


Había una vez dos primas llamadas Rafaela y Gina que vivían en diferentes países. Rafaela vivía en Argentina y Gina vivía en Portugal. A pesar de la distancia, siempre habían deseado conocerse y pasar tiempo juntas.

Un día, Rafaela recibió una emocionante noticia: ¡iba a viajar a Portugal para conocer a su prima recién nacida! Estaba tan feliz que no podía esperar para abrazar a Gina y jugar con ella.

Cuando llegó a Portugal, fue recibida por sus tíos Florencia y Fede, los padres de Gina. Todos estaban muy emocionados por el encuentro familiar. Florencia le dio un cálido abrazo a Rafaela mientras Fede le daba la bienvenida con una gran sonrisa.

Rafaela se quedó asombrada al ver lo pequeñita que era su prima Gina. Tenía grandes ojos curiosos y unas manitas diminutas. En ese momento supo que iban a ser las mejores amigas. Durante su visita, las primas hicieron muchas cosas divertidas juntas.

Jugaron al escondite en el jardín, construyeron castillos de arena en la playa y hasta tuvieron una fiesta de disfraces donde se vistieron como princesas valientes.

Una tarde, mientras paseaban por el parque, Rafaela notó algo tristeza en los ojos de Gina. Se acercó a ella y preguntó:- ¿Qué te pasa, prima? Pareces un poco triste. Gina suspiró y respondió:- Me encanta tener una prima como tú pero me gustaría poder verte más seguido.

La distancia entre nuestros países es muy grande. Rafaela entendió cómo se sentía Gina y decidió hacer algo al respecto. Le explicó a sus tíos que quería pasar más tiempo con su prima y les propuso una idea.

- ¿Y si organizamos un intercambio? Podríamos alternar visitas entre Argentina y Portugal para estar juntas más seguido. Florencia y Fede pensaron en la propuesta de Rafaela y estuvieron de acuerdo.

Les encantaba ver lo felices que estaban las primas cuando estaban juntas, así que comenzaron a planear los viajes. A partir de ese momento, las primas se vieron con más frecuencia. Rafaela viajaba a Portugal durante las vacaciones escolares y Gina visitaba Argentina en verano.

Siempre había algo emocionante planeado cuando estaban juntas: excursiones, picnics en el campo o simplemente pasar el día jugando en casa. Con el tiempo, Rafaela y Gina crecieron pero su amistad solo se hizo más fuerte.

Compartían secretos, risas e incluso algunas lágrimas cuando alguien necesitaba consuelo. Aprendieron sobre la cultura del otro país y disfrutaron de nuevas experiencias juntas. La historia de estas primas nos enseña sobre la importancia de mantener los lazos familiares aunque haya distancia física entre nosotros.

Nos muestra que el amor familiar puede superar cualquier obstáculo si estamos dispuestos a trabajar por ello.

Y así, Rafaela y Gina siguieron siendo inseparables durante toda su vida, recordándose mutuamente que no importa cuánto tiempo pase entre sus encuentros, siempre serán primas y mejores amigas para siempre.

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