Princesa Ambar y la noche mágica



En un reino lejano, donde los sueños danzaban entre las estrellas, vivía la Princesa Ambar. Su particularidad era que podía hablar con los animales. Cada tarde, al caer el sol, salía al jardín del castillo para reunirse con sus amigos del bosque.

Un día, mientras conversaba con su inseparable amigo, el zorro llamado Zippy, notó que algo andaba mal. Zippy estaba inquieto, moviendo su cola rápidamente y mirándose a su alrededor.

"¿Qué pasa, Zippy? Te veo preocupado" - preguntó Ambar.

"Princesa, he oído rumores de que una gran tormenta se acerca. Los árboles están hablando entre sí y dicen que será más fuerte de lo normal" - respondió Zippy.

Ambar, con su corazón valiente, decidió que debía ayudar a los animales del bosque.

"¡Vamos a advertir a los demás! No podemos permitir que se asusten por la tormenta" - dijo, con su voz llena de determinación.

Juntos, fueron recorriendo el bosque, avisando a todos los animales. Encontraron a la conejita Lila, que estaba tratando de construir una cueva para proteger a sus crías.

"Hola, Lila. No te asustes, pero hay una tormenta en camino. ¿Necesitas ayuda?" - preguntó Ambar.

"Sí, por favor. Mis pequeños necesitan estar seguros y no sé cómo hacer una casa adecuada" - contestó Lila, con preocupación en su mirada.

Ambar, con su ingenio, pensó en una idea.

"Podemos cavar un túnel en el lado de la colina. Así, estarán protegidos y secos durante la tormenta" - sugirió.

Zippy y Lila se unieron a ella, y juntos empezaron a cavar. Pronto, encontraron una buena entrada para la cueva. Mientras trabajaban, otros animales se acercaron al oír la noticia de la tormenta.

El búho sabio, llamado Oliver, llegó volando.

"¿Qué sucede, amigos?" - preguntó Oliver, posándose en una rama.

"¡Hay una tormenta! Estamos ayudando a Lila a proteger a sus crías" - explicó Ambar.

"¡Eso es excelente! Pero necesitamos también un lugar seguro para todos los demás" - dijo Oliver.

Así fue como, en medio del bosque, todos los animales se unieron para construir refugios. Los castores empezaron a trabajar en un gran muro de troncos, mientras que las ardillas recolectaban hojas para hacer camas suaves.

"¡Esto es increíble!" - exclamó Ambar, viendo cómo todos se unían por un mismo objetivo.

Las horas pasaron y, a medida que el cielo se oscurecía, la tormenta comenzó a llegar. El viento aullaba, y las primeras gotas de lluvia cayeron. Cuando Ambar pensó que todo estaba listo, se dirigió a Zippy.

"¿Estás listo para entrar en la cueva, Zippy?" - preguntó.

"Sí, pero... ¿y si no se detiene?" - contestó el zorro, un poco inseguro.

"Recuerda, cada tormenta pasa. Y hoy hemos trabajado juntos, como un equipo. Lo lograremos" - dijo Ambar, dándole una sonrisa cálida.

Finalmente, todos se refugiaron en la cueva. Escucharon el rugido del viento afuera, pero dentro de ellos reinaba la calma. Lila acurrucó a sus conejitos, y los demás animales hablaban en susurros.

Entonces, Ambar decidió que era el momento perfecto para contar una historia.

"Había una vez, en un bosque encantado, un grupo de amigos que, como nosotros, unieron fuerzas y aprendieron que siempre hay esperanza, incluso en las peores tormentas" - comenzó a contar.

Las horas pasaron volando entre risas y cuentos. Cuando la tormenta finalmente pasó, comenzaron a salir de la cueva. El sol brillaba detrás de las nubes y un arcoíris asomaba en el cielo.

"¡Miren! Después de la tormenta viene la calma" - exclamó Ambar con alegría.

Zippy, mirando el arcoíris, dijo:

"Nunca pensé que ayudar a los demás sería tan divertido. ¡Deberíamos hacer esto más seguido!" - agregó, saltando emocionado.

"Claro, la próxima vez será para hacer una fiesta en honor a nuestra amistad" - propuso Lila.

Y así, la Princesa Ambar, junto con sus amigos, aprendieron que trabajar juntos en tiempos difíciles puede construir lazos más fuertes y que siempre hay una luz después de la tormenta. Desde ese día, cada vez que se avecinaba un temporal, todos se preparaban, pero también se recordaban a sí mismos lo importante que era unirse y ayudar.

Y así, la Princesa Ambar siguió hablando con los animales, tejiendo historias de esperanza en cada rincón del bosque.

Fin.

FIN.

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