Princesa y el León del Bosque
Había una vez, en un hermoso campo lleno de flores y árboles, una niña llamada Princesa. Su nombre era un poco peculiar, ya que ella no era una verdadera princesa de un castillo, sino una niña juguetona que adoraba andar en patines y jugar con la pelota. Sin embargo, a veces se sentía sola, ya que no había muchos niños para jugar. Un día, mientras soñaba con ir a la ciudad y jugar con otros niños, decidió que era hora de hacer un cambio.
"¡Voy a la ciudad!", exclamó Princesa con entusiasmo. Con su melena al viento y su sonrisa iluminando su rostro, decidió tomar un taxi que pasaba cerca de su casa.
"¿A dónde vas, niña?" -preguntó el taxista, sorprendido por su energía."¡A la ciudad! Quiero jugar con otros niños!"
El taxista sonrió y aceptó llevarla, pero sin darse cuenta, tomaron un camino equivocado y terminaron en un gran bosque. Cuando Princesa salió del taxi, se dio cuenta de que estaba rodeada de árboles y sonidos extraños.
"¿Dónde estoy?" -preguntó ella, un poco asustada, mientras miraba a su alrededor."Esto no es la ciudad..." Luego de un rato de caminar, se sentó en una piedra a descansar. En ese momento, algo se movió entre los arbustos y, de repente, un enorme león apareció ante ella.
"¡Hola, pequeña! No te asustes, no voy a hacerte daño. ¿Has venido a jugar?" -dijo el león, que para sorpresa de Princesa, hablaba con una voz suave y amistosa.
"Pero... ¡Eres un león! No puedo jugar contigo, ¡me darás miedo!" -respondió ella, acurrucándose un poco más detrás de la piedra.
"Solo soy un león que busca un poco de diversión. Pero lo entiendo, los leones suelen asustar a los humanos. ¿Qué te trae por aquí?" -preguntó el león con curiosidad.
"Quería ir a la ciudad para jugar con otros niños, pero me perdí..." -suspiró Princesa.
El león se rascó la cabeza y dijo:
"¡Qué triste! Pero aquí en el bosque también hay muchas aventuras. ¿Te gustaría explorar conmigo?"
Princesa dudó, pero la curiosidad y la posibilidad de vivir una aventura la hicieron aceptar.
"Está bien, pero prometeme que no me asustarás." -dijo Princesa. Así, juntos comenzaron a recorrer el bosque.
Mientras exploraban, el león le mostró sus lugares favoritos: un arroyo cristalino lleno de pececitos, una cueva llena de cristales brillantes, y un claro donde los pájaros cantaban.
"¡Esto es hermoso!" -exclamó Princesa mientras reía."Nunca pensé que jugar en el bosque sería tan divertido. Pero, ¿qué pasa si me pierdo más?"
"No te preocupes. Siempre encontrarás un camino si sigues tu corazón" -sonrió el león.
De repente, un ruido fuerte interrumpió su diversión. Un cazador apareció a lomos de su caballo, con su arco en mano. Princesa sintió miedo y, en un arrebato, corrió tras un árbol mientras el león se quedaba quieto.
"¿Qué haces aquí, león?" -gritó el cazador."No tengo tiempo para ti hoy."
El león, tranquilo pero protector, se puso delante de Princesa.
"¡Espera! No quiero pelear. Solo estoy jugando con esta niña."
"¿Jugando?" -preguntó el cazador, asombrado."¿Acaso te olvidaste de tu naturaleza?"
Justo en ese instante, Princesa salió de su escondite con la valentía que le otorgó la amistad que había hecho.
"¡Espera! No le hagas daño. Él solo quiere jugar y ser tu amigo. No todos los leones son peligrosos." -dijo ella con determinación.
El cazador, sorprendido por la valentía de la niña, se detuvo y reflexionó.
"Oíste. Tal vez he sido demasiado rápido al juzgar. Un amigo puede ser encontrado incluso donde menos lo esperas."
"Sí, y lo importante es aprender a vivir con respeto en este mundo, tanto para los humanos como para los animales" -agregó el león." ¿Qué tal si jugamos juntos en vez de pelear?"
El cazador, encantado con la idea, bajó de su caballo.
"Tal vez sea hora de cambiar un poco, y aprender de este bosque; jugar y hacer amigos en lugar de cazar" -dijo, sonriendo.
Así, el cazador, Princesa y el león comenzaron a jugar juntos en el bosque. Aprendieron del otro, rieron, y disfrutaron hasta que el sol empezó a ponerse.
"Debería regresar a casa..." -dijo Princesa con un leve tono de tristeza.
"Siempre será tiempo para más aventuras, Princesa" -dijo el león mientras se despedían.
El cazador, ahora con una gran sonrisa en su rostro, prometió cuidarlos a ambos y ser protector del bosque.
Desde ese día, tanto Princesa como el león se hicieron grandes amigos, y el cazador aprendió a ver el mundo desde una nueva perspectiva. Además, Princesa nunca volvió a sentirse sola, ya que el bosque tenía mucho que ofrecerle, con amigos que había encontrado en un día inesperado.
Y así, con el tiempo, Princesa se dio cuenta de que la verdadera diversión no siempre está en la ciudad, sino donde hay amigos, aventuras y sobre todo respeto por la naturaleza. Así que, feliz y contenta, siguió explorando el mundo que la rodeaba, siempre con una sonrisa en su rostro.
FIN.