Princesas en la piscina



Había una vez en un reino muy lejano, dos hermosas mellizas llamadas Kira y Megan. Ellas eran inseparables, pero también tenían momentos en los que discutían por cualquier motivo, ya fuera la ropa, los juguetes o cualquier otra cosa. A pesar de sus diferencias, había algo que ambas adoraban: las princesas y la piscina.

Un soleado día de verano, Kira y Megan estaban jugando en el jardín del castillo mientras discutían sobre qué princesa era la más valiente. Megan insistía en que era Mulán, mientras que Kira estaba segura de que era Merida. La discusión acabó con ambas cruzando los brazos y mirándose con desafío. En ese momento, su madre real, la Reina Isabella, apareció con una sorpresa.

- Niñas, he decidido que hoy iremos a la piscina real, donde cada una de ustedes podrá demostrar su valentía y nobleza.

Las mellizas se emocionaron al escuchar la noticia y corrieron a prepararse para el emocionante día. Al llegar a la piscina real, se encontraron con otras princesitas del reino que estaban disfrutando del agua. Kira y Megan se cambiaron rápidamente y se lanzaron a la piscina para comenzar a jugar.

El sol brillaba intensamente y el agua refrescaba sus cuerpos. Sin embargo, en un rincón de la piscina, había una pequeña princesita que no se atrevía a entrar al agua. Las mellizas se acercaron y descubrieron que se llamaba Sofía y que tenía miedo de nadar. Sin pensarlo dos veces, Kira y Megan se ofrecieron a enseñarle a nadar como unas verdaderas princesas valientes.

Durante toda la tarde, las tres princesas se divirtieron en la piscina, riendo, jugando y compartiendo momentos inolvidables. Al final del día, Sofía saltó al agua y nadó por primera vez, sintiéndose valiente y agradecida. La Reina Isabella se acercó a sus hijas con una sonrisa orgullosa en su rostro.

- Estoy muy orgullosa de ver cómo, a pesar de sus diferencias, han demostrado que la verdadera nobleza y valentía se encuentra en compartir, cuidar y apoyar a los demás. Ustedes son unas princesas ejemplares.

Kira y Megan se miraron con una sonrisa, comprendiendo que no importaba quién tenía razón en una discusión sobre princesas, lo que realmente importaba era estar dispuestas a ayudar a quienes lo necesitaban. Desde ese día, las mellizas aprendieron a valorar más la amistad y a dejar de discutir por tonterías, convirtiéndose en las princesas más queridas del reino. Y cada vez que iban a la piscina, recordaban a Sofía y lo valioso que es ayudar a los demás.

Y colorín colorado, este cuento ha terminado.

FIN.

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