¿Príncipe azul o sapo?



Sofía era una niña muy especial que vivía en un pequeño pueblo, rodeado de campos verdes y flores de mil colores. Cada vez que salía a jugar, su corazón latía con fuerza, no solo por la emoción de la aventura, sino porque, en su interior, siempre esperaba encontrar al amor de su vida. Sofía se enamoraba cada ocho días, de un modo mágico y sorprendente. La semana pasada, por ejemplo, se había enamorado de un chico que vendía flores.

"Eres el más lindo de todos, seguro que eres un príncipe azul!" - le decía Sofía mientras él le sonreía, encantado.

Pero al pasar la semana, su corazón cambiaba de rumbo. Ahora se había fijado en un niño que tenía una gran colección de sapos de juguete.

"¡Qué geniales que son tus sapos! ¿Puedo jugar con ellos?" - preguntó intrigada Sofía.

"¡Claro! Pero, ¿no te gustan más los príncipes?" - respondió él, riendo. "No sé, tal vez un príncipe que se convierte en sapo sea la mejor elección".

Sofía no podía evitar la confusión de su corazón. Un día, era un príncipe aguerrido; al siguiente, un sapo simpático. Así pasaban los días en un torbellino de emociones.

Un día, mientras paseaba por el bosque, Sofía se encontró con un sapo muy especial que estaba sentado en una piedra, mirando el río.

"Hola, pequeña! Soy un sapo soñador. ¿Sabías que los sapos también pueden ser príncipes?" - le dijo el sapo con una voz suave.

Sofía, intrigada, se acercó.

"¿De verdad? Pero, ¿cómo es eso posible?" - preguntó, curiosa.

"A veces, el amor verdadero está escondido detrás de una apariencia. Muchos creen que necesitan buscar un príncipe perfecto, pero lo importante es conocer a la persona y su corazón. ¿Alguna vez has escuchado la historia de la princesa y el sapo?"

"Sí, pero no entiendo cómo pueden enamorarse de un sapo..."

"Cuando amas con el corazón, puedes ver la belleza en lo que otros no ven. A veces, lo que parece poco atractivo es exactamente lo que buscas" - dijo el sapo, mientras la miraba con dulzura.

Sofía pensó en todo lo que había vivido. Recordó a los chicos que había conocido. Claro, algunos eran encantadores, pero otros, sin embargo, también habían sido amables, curiosos y divertidos.

"Entonces, ¿debo fijarme más en lo que hay dentro de las personas?" - preguntó Sofía.

"Así es, pequeña. No todos los príncipes son azules y no todos los sapos son feos. Escucha a tu corazón y elige a aquel que te haga feliz, independientemente de su apariencia" - respondió el sapo antes de saltar hacia el río.

Con las palabras del sapo resonando en su mente, Sofía tuvo una epifanía. Decidió que, a partir de ese día, no se dejaría llevar solo por las apariencias. Se rendiría ante la esencia y las cualidades internas de cada persona.

Al pasar una semana, se encontró nuevamente con el niño de los sapos de juguete. Al verlo, recordó lo que había aprendido y decidió entablar una charla más profunda.

"Hola, me gustaría conocerte mejor. ¿Te parece?"

"Claro, ¡me encantaría!" - respondió él, con una gran sonrisa.

Esa conversación se convirtió en una hermosa amistad y, a medida que el tiempo pasaba, Sofía descubrió que, a pesar de su apariencia de sapo, su nuevo amigo era, efectivamente, un príncipe en su corazón.

Así fue como Sofía aprendió que el amor no siempre es un cuento de hadas. A veces, se encuentra en las pequeñas cosas, y tener un corazón abierto a la amistad y las oportunidades puede llevar a hallazgos inimaginables. Porque tras la apariencia, a menudo hay magia esperando ser descubierta. Y así, cada ocho días pudo enamorarse de lo que verdaderamente importaba: las personas.

FIN.

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