Prinsesita Emma y el Dragón Bauti en el Reino



Había una vez, en un reino lejano, una pequeña prinsesita llamada Emma que vivía en un hermoso castillo rodeado de jardines floreados y altos árboles. Emma era curiosa y valiente, y siempre soñaba con vivir aventuras emocionantes.

Un día, mientras paseaba por el bosque cercano, escuchó un extraño ruido proveniente de detrás de unos arbustos. Se acercó sigilosamente y, para su sorpresa, encontró a un dragón pequeño con escamas de color verde brillante.

"¡Hola! Soy Bauti, el dragón. ¿Y tú quién sos?" - dijo el dragón con una voz suave y amigable.

"¡Hola, Bauti! Soy la prinsesita Emma. ¿Qué haces aquí solo?" - preguntó Emma, intrigada.

"Me perdí de mi hogar, que está más allá de la montaña. No sé cómo volver y tengo mucha hambre. Creo que no tengo más de un par de alas, así que no puedo volar muy alto" - respondió Bauti, triste.

Emma sintió empatía por el pequeño dragón. Ella entendía la importancia de la amistad y la generosidad, así que decidió ayudarlo.

"¡No te preocupes, Bauti! Te ayudaré a encontrar tu hogar. Primero, vamos a buscar algo para comer. Vamos a la cocina del castillo. Mi cocinero siempre tiene algo delicioso" - dijo Emma, emocionada.

Ambos se dirigieron al castillo. Cuando llegaron a la cocina, Emma pidió al cocinero unos trozos de carne asada para Bauti. El cocinero, al ver al dragón, se asustó un poco, pero Emma lo tranquilizó.

"No te preocupes, cocinero. Bauti es un dragón amistoso. Solamente está muy hambriento." - explicó la prinsesita.

El cocinero, al ver la bondad en los ojos de Emma, decidió preparar una gran comida para el dragón. Al poco tiempo, Bauti devoró la carne y se sintió mucho mejor.

"¡Gracias, Emma! Eres genial. Ahora tengo mucha energía para buscar mi hogar." - exclamó el dragón, con un brillo en sus ojos.

"Perfecto. Vamos a la montaña, que es donde creo que está tu casa" - dijo Emma, comenzando su aventura.

Caminaron por el bosque y llegaron a la montaña alta y misteriosa. Pero al intentar escalarla, se dieron cuenta de que era más difícil de lo que pensaban. La roca era resbaladiza y había un gran frío.

"No puedo escalar, no tengo alas para sostenerme en las alturas. Tal vez no podamos llegar a mi hogar después de todo" - dijo Bauti, desanimado.

Emma, sin rendirse, tuvo una idea brillante.

"Ya sé! Podemos hacerlo juntos. Si me das un poco de ayuda con tus patas, puedo encontrar un camino. ¡Vamos!" - animó Emma.

Bauti, inspirado por la determinación de Emma, hizo lo que se le pidió. Con la ayuda del dragón, Emma encontró una ruta menos empinada. Juntos, escalaron y se ayudaron mutuamente en el camino. Luego de mucho esfuerzo, llegaron a la cima de la montaña.

Allí, encontraron una pequeña cueva y cerca una hermosa vista al otro lado.

"¡Mira, Bauti! Ahí está tu hogar, entre las nubes!" - exclamó Emma, indicando hacia el horizonte.

"¡Es verdad! ¡Lo veo! Muchas gracias, Emma. No podría haber llegado sin tu ayuda" - dijo Bauti, lleno de alegría.

Cuando llegaron a la cueva, Bauti presentó a su familia, que estaba compuesta por tres dragones más grandes que él. Ellos se sorprendieron al ver a Emma y le dieron la bienvenida.

"Gracias por traer a nuestro pequeño dragón de vuelta a casa. Eres muy valiente y bondadosa" - dijo la madre dragón con gratitud.

Emma sonrió, feliz de haber ayudado. Antes de irse, decidió hacer un pacto con Bauti.

"Siempre seré tu amiga, Bauti. ¡Y quiero que tú seas mi amigo también! Prometamos visitarnos siempre que podamos" - sugirió Emma.

"¡Prometido!" - respondió Bauti, emocionado.

Así fue como la prinsesita Emma y el dragón Bauti se hicieron amigos para toda la vida. Desde ese día, juntos exploraron el reino, aprendieron sobre la amistad y siempre se ayudaron entre ellos. Emma descubrió que la verdadera aventura no era solo vivir emociones, sino también ayudar a los demás y superar retos juntos.

Y así, su historia se convirtió en una leyenda que contaban los ancianos en el reino, recordando a todos los niños lo importante que es la amistad, la determinación y la generosidad.

FIN.

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