Puente de hielo



Había una vez, en el frío y hermoso Polo Sur, dos pingüinos llamados Andrés y Paola. Eran los mejores amigos, siempre juntos y compartiendo aventuras en su hogar helado.

Pero un día, algo inesperado sucedió: una enorme tormenta de nieve los separó. Andrés quedó atrapado al otro lado de la montaña de hielo, mientras que Paola se encontraba del otro lado del océano congelado. Ambos se sentían tristes y solos sin la compañía del otro.

Pasaron los días y las noches sin que pudieran encontrarse nuevamente. Andrés intentó desesperadamente buscar a Paola nadando entre los bloques de hielo, pero era imposible cruzar tan vasta distancia.

Mientras tanto, Paola también hacía todo lo posible por encontrar a Andrés. Caminaba por kilómetros sobre el hielo resbaladizo buscando alguna señal de su amigo perdido. Un día, cuando ya parecía que no había esperanza, Andrés descubrió algo brillante enterrado en la nieve.

Era un pedazo de espejo roto que reflejaba el sol. Tuvo una idea: utilizarlo como señal para llamar la atención de Paola. Rápidamente comenzó a mover el espejo hacia diferentes direcciones para crear destellos brillantes en el horizonte blanco.

¡Y funcionó! Desde lejos, Paola vio esos destellos mágicos y supo que eran una señal. "-¡Andrés! ¡Estoy aquí! ¡No te preocupes más!", gritó emocionada Paola desde donde estaba parada. "-¡Paola! ¡Te encontré!", respondió Andrés, saltando de alegría.

Sin embargo, aún quedaba un gran obstáculo entre ellos: el océano congelado. Pero estos dos valientes pingüinos no se rendirían tan fácilmente. Decidieron construir un puente de hielo para poder reunirse nuevamente.

Día tras día, trabajaron juntos, llevando bloques de hielo y colocándolos cuidadosamente uno encima del otro. Con paciencia y determinación, lograron construir un puente resistente que los llevaría a través del océano. Cuando finalmente terminaron el puente, Andrés y Paola corrieron hacia el encuentro del otro.

Se abrazaron con fuerza y sintieron una felicidad indescriptible al estar juntos nuevamente. "-Nunca más nos separaremos", dijo Andrés emocionado. "-Así es", respondió Paola con una sonrisa en su rostro. "Nuestro amor es más fuerte que cualquier tormenta".

Desde ese día en adelante, Andrés y Paola fueron inseparables. Aprendieron a valorar aún más su amistad y nunca olvidaron la importancia de trabajar juntos para superar los obstáculos que la vida les presentara.

Y así, estos dos pingüinos demostraron al mundo que el amor verdadero puede traspasar cualquier distancia y desafiar todas las dificultades. Siempre recordemos la historia de Andrés y Paola como una lección inspiradora sobre la amistad inquebrantable e ilimitada entre dos seres especiales como ellos.

FIN.

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