Puentes de Amistad



Había una vez una escuela llamada "La Escuelita Feliz" donde todos los niños iban a aprender y divertirse juntos.

En esta escuela, la profesora, la Señorita Ana, siempre les enseñaba a sus alumnos sobre la importancia del trabajo en equipo. Un día, la Señorita Ana decidió organizar un juego especial para que los niños pusieran en práctica lo aprendido.

Dividió a los estudiantes en grupos de cinco y les dio una misión: construir el puente más alto y resistente usando solo palitos de helado y pegamento. Los niños estaban emocionados con el desafío y comenzaron a trabajar juntos. Había mucha energía en el aire mientras cada grupo discutía ideas y compartía su creatividad.

El primer grupo, formado por Martín, Sofía, Lucas, Valentina y Juanito, decidió hacer un puente muy largo utilizando muchos palitos de helado. Trabajaron rápido pero sin prestar atención a los detalles importantes como la estructura sólida.

"¡Vamos chicos! Tenemos que ser rápidos", exclamó Martín entusiasmado. "Pero Martín, ¿no crees que deberíamos pensar también en cómo hacerlo fuerte?", dijo Sofía preocupada. "No te preocupes Sofi, si nos apuramos seguro será el más alto", respondió Martín sin darse cuenta del error que estaban cometiendo.

Mientras tanto, el segundo grupo compuesto por Julieta, Tomás, Camila, Nicolás y Carolina trabajaba con mucho cuidado. Decidieron hacer un diseño diferente usando menos palitos pero asegurándose de que fueran colocados correctamente para lograr mayor resistencia.

"Chicos, necesitamos tener paciencia y pensar bien cada paso", dijo Julieta con voz serena. El tercer grupo, formado por Marcos, Lucía, Agustín, Florencia y Matías decidió hacer un puente en forma de arco.

Todos estaban entusiasmados con la idea y comenzaron a trabajar juntos para lograrlo. A medida que el tiempo pasaba, los grupos avanzaban en sus construcciones. Martín y su grupo tenían un puente muy alto pero tambaleante.

El segundo grupo tenía un diseño más sólido pero no tan alto como el primero. Y el tercer grupo estaba construyendo un hermoso puente en forma de arco que se veía muy prometedor.

Cuando llegó la hora de probar los puentes, todos los niños estaban ansiosos por ver cuál sería el más resistente. La Señorita Ana colocó una pequeña caja llena de juguetes sobre cada uno de ellos para simular una carga pesada. "¡Listos chicos! Vamos a ver qué sucede", dijo la Señorita Ana emocionada.

El primer grupo fue el primero en probar su puente. Tan pronto como colocaron la caja sobre él, todo se derrumbó. "Oh no... ", murmuraron desilusionados mientras recogían los palitos caídos. Luego fue el turno del segundo grupo.

Su puente aguantó durante unos segundos antes de colapsar bajo la presión. Por último, le tocó al tercer grupo poner a prueba su creación.

Para sorpresa de todos, ¡el puente en forma de arco permaneció intacto! Los niños se miraron entre sí con asombro y luego estallaron en aplausos. "¡Lo logramos!", gritó Lucía emocionada. "Trabajo en equipo, chicos. Eso es lo que hizo la diferencia", dijo la Señorita Ana con una sonrisa de orgullo.

Los niños aprendieron una valiosa lección ese día. Comprobaron cómo el trabajo en equipo y la atención a los detalles eran fundamentales para alcanzar el éxito.

A partir de ese momento, prometieron trabajar juntos en todos los proyectos futuros, sabiendo que juntos podían lograr cualquier cosa. Y así, "La Escuelita Feliz" se convirtió en un lugar donde todos los niños trabajaban unidos para aprender y divertirse.

Cada vez que enfrentaban un desafío, recordaban esta historia y entendían que el trabajo en equipo era su mejor aliado.

FIN.

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