Puffy y Stella


Había una vez en lo más profundo del océano, un pequeño pez globo llamado Puffy. Puffy era diferente a los demás peces globo, siempre estaba triste y no le gustaba jugar con los demás habitantes marinos.

Pasaba sus días nadando solitario entre las algas, sin prestar atención a las risas y juegos de los otros peces. Un día, mientras Puffy daba vueltas por el arrecife, escuchó una risa contagiosa que lo hizo detenerse en seco.

Era Stella, una estrella de mar muy simpática que siempre estaba rodeada de amigos. Intrigado por esa alegría tan genuina, Puffy decidió acercarse. "¡Hola! Soy Stella", dijo la estrella de mar con una sonrisa resplandeciente. "Hola...

yo soy Puffy", respondió tímidamente el pez globo. Stella notó la tristeza en los ojos de Puffy y decidió hacerle compañía. Juntos pasaron horas explorando el arrecife, descubriendo cuevas secretas y jugando al escondite con los peces payaso.

Poco a poco, Puffy comenzó a sentirse más feliz en compañía de su nueva amiga. Un día, mientras jugaban a las carreras submarinas, un tiburón hambriento apareció repentinamente detrás de ellos. Asustados, corrieron lo más rápido que pudieron para escapar.

Sin embargo, el tiburón parecía cada vez más cerca y no lograban despistarlo. "¡No podemos seguir así! ¡Debemos hacer algo para detenerlo!", exclamó Stella preocupada. En ese momento, a Puffy se le ocurrió una idea brillante.

Recordó que cuando un pez globo está contento puede inflarse tanto que se vuelve demasiado grande para ser tragado por un depredador. Sin dudarlo un segundo, Puffy se armó de valor y comenzó a inflarse frente al tiburón.

El enorme tamaño y las púas venenosas del pez globo asustaron tanto al tiburón que salió nadando rápidamente en dirección opuesta. "¡Lo logramos! ¡Eres increíble, Puffy!" exclamó Stella emocionada.

Puffy sonrió orgulloso por haber salvado a su amiga y juntos regresaron al arrecife entre aplausos y felicitaciones de todos los habitantes marinos. A partir de ese día, Puffy dejó atrás su tristeza y se convirtió en el héroe del océano gracias a su valentía y astucia.

Desde entonces, él y Stella siguieron siendo inseparables, compartiendo aventuras inolvidables bajo el cálido sol del mar.

Y aunque todavía había momentos difíciles ocasionalmente, la amistad entre Puffy y Stella les recordaba que juntos podían superar cualquier desafío que se interpusiera en su camino hacia la felicidad eterna bajo el agua cristalina del océano infinito.

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