Pulgoso y la Aventura del Hogar
En un barrio lleno de vida, hay un grupo de perros que se encuentran en la calle, pero no les importa, porque siempre están juntos. Pulgoso, el perro de pelaje desordenado y corazón grande, vive en una casita llamada La Costilla junto a sus amigos: Coco, un labrador lleno de energía; Pulga, una perra pequeña y astuta; y Robusto, un perro gigante con un gran sentido del humor.
Un día, mientras jugaban a la pelota, escucharon unos ruidos extraños cerca de su hogar.
"¿Qué fue eso?" - preguntó Pulgoso mientras movía la cola con curiosidad.
"No sé, pero suena como si fueran esos perreros, Pedro y Román..." - respondió Coco con un tono de preocupación.
"Siempre intentan atraparnos para llevarnos a un refugio. ¡No voy a dejar que nos separen!" - gritó Pulga, mientras se encogía detrás de Robusto.
"Tranquilos, amigos. Si trabajamos juntos, encontraremos la manera de eludirlos," - les aseguró Robusto con su voz profunda.
Los amigos decidieron organizar un plan. La idea era simple: Debían distraer a los perreros mientras Pulgoso y Pulga buscaban un lugar seguro cerca del barrio, un nuevo hogar donde pudieran estar juntos sin miedo.
"Yo seré la distracción. Haré ruido y los llevaré en la dirección opuesta a ustedes," - dijo Coco con determinación.
"Buena idea, Coco. Pero ten cuidado," - respondió Pulgoso, sintiendo el nervio del desafío.
"¿Y si un perro más grande se une a nosotros?" - preguntó Pulga, derrotista.
"No, no, no! Todos somos especiales y juntos somos más fuertes. Vamos a demostrarle a todos que podemos encontrar un hogar sin dejarnos atrapar," - exclamó Robusto, levantando su pata en señal de apoyo.
Al caer la noche, Coco comenzó su actuación. Corrió hacia Pedro y Román, ladrando y salteando para llamar su atención. Los perreros, confundidos y algunas veces divertidos, empezaron a perseguirlo. Mientras tanto, Pulgoso y Pulga aprovecharon la oportunidad para escabullirse a un callejón que nunca antes habían explorado.
"Mirá este lugar, Pulgoso," - dijo Pulga, deslizando su patita sobre una puerta de un viejo cobertizo.
"¡Es perfecto!" - respondió Pulgoso, mientras empujaban la puerta con sus narices. Al entrar, encontraron un montón de objetos y una manta vieja que olía a otros perros felices.
Mientras tanto, Coco seguía haciendo ruido, pero pronto se dio cuenta de que necesitaba ayuda. Si no encontraba el camino de regreso, los amigos se quedarían solos para siempre.
"¡No puedo seguir así!" - pensó Coco, y decidió regresar.
"¡Vengan, amigos! ¡Coco está volviendo!" - gritó Robusto cuando escuchó los pasos de Coco.
"¡Vamos, hay que formar un equipo para encontrar a los perreros!" - dijo Pulgoso, dejando la manta que habían encontrado.
Los cuatro amigos comenzaron a buscarse mientras intentaban evadir a los perreros en una serie de giros y vueltas. Con ingenio y valentía, lograron esconderse detrás de un camión estacionado cerca.
"¿Viste eso? Mirá dónde estamos," - dijo Pulga intentando calmar a todos.
"Es cierto. Tenemos que pensar rápido. Quizás los perreros no nos estén buscando más que a Coco," - reflexionó Robusto.
"¡Yo puedo llamar a algunos amigos del barrio! Siempre están dispuestos a ayudarnos," - sugirió Coco, con mucho entusiasmo.
Así, llamaron a todos los perros amigos del barrio. Juntos, planearon cómo hacer una gran bulla para que los perreros se distrajeran. Al llegar el momento, comenzaron a ladrar al unísono, creando un bullicio ensordecedor.
Pedro y Román, confundidos por tanto ruido, decidieron dejar de buscar y se alejaron, intrigados por el escándalo.
"¡Funcionó!" - gritaron todos los perros, llenos de alegría.
"Ahora sí! A buscarlo de nuevo para encontrar un hogar!" - exclamó Pulgoso.
Finalmente, tras muchas aventuras, encontraron un acogedor parque donde todos los perros del barrio se reunían en momentos felices. Decidieron quedarse allí, protegiéndose unos a otros y creando un refugio entre ellos.
"¡Es el mejor hogar del mundo!" - celebró Coco, mientras todos ladraban de felicidad.
A partir de ese día, Pulgoso y sus amigos formaron una comunidad de perros donde ayudaban a otros a encontrar hogares y protegerse de los perreros con historias ingeniosas y juegos.
Los valientes amigos habían demostrado que, aunque sean solo un grupo de perros sin raza, su unión y valentía eran la verdadera fuerza que necesitaban para encontrar su hogar y hacer del barrio un lugar mejor para todos.
FIN.