Pulseritas para el Parque


Había una vez dos hermanitos, Clarita y Joaquín, que vivían en la ciudad de Córdoba. Un día, mientras paseaban por el parque, vieron un anuncio del nuevo parque de diversiones que acababa de abrir sus puertas.

Los ojos de los niños se iluminaron al ver las atracciones emocionantes y los juegos divertidos que ofrecía el parque. - ¡Mira, Joaquín! -exclamó Clarita-. ¡Quiero ir a ese parque! - Yo también quiero ir -respondió Joaquín-.

Pero no tenemos suficiente dinero para comprar las entradas. Clarita y Joaquín se pusieron tristes al pensar que no podrían disfrutar del nuevo parque de diversiones.

Entonces, tuvieron una idea brillante: podrían hacer pulseritas para venderlas y ganar el dinero necesario para comprar las entradas. Los niños trabajaron duro durante toda la semana haciendo preciosas pulseritas con cuentas de colores brillantes. Luego salieron a la calle a venderlas con mucha ilusión en su corazón.

- ¡Pulseritas! ¡Lindas pulseritas! -gritaba Clarita mientras mostraba sus creaciones a los transeúntes. - ¿Cuánto cuestan? -preguntaba la gente interesada en las pulseritas. - Solo $10 cada una -respondía Joaquín con orgullo. Las ventas comenzaron lentamente pero después de algunas horas empezaron a tener éxito.

La gente compraba más y más pulseritas gracias al esfuerzo y simpatía de los hermanos. Al final del día habían vendido muchas pulseritas pero aún les faltaba dinero para comprar las entradas al parque.

- ¿Qué vamos a hacer ahora, Clarita? -preguntó Joaquín preocupado. - No sé, Joaquín. Pero no podemos rendirnos ahora. Vamos a seguir intentándolo mañana -respondió Clarita con determinación. Al día siguiente, los niños se levantaron temprano para comenzar su trabajo de nuevo.

Esta vez decidieron cambiar el diseño de las pulseritas y agregar nuevas opciones como collares y anillos. La gente se detenía más a menudo para ver sus creaciones y muchos compraban varias piezas.

En un momento del día, un hombre mayor se acercó a ellos después de ver una pulsera que le gustó mucho. - Hola chicos, me encanta esta pulsera que hicieron. ¿Cuánto cuesta? - $10 señor -respondió Joaquín sonriendo.

El hombre sacó su billetera y les dio $50 en lugar de los $10 necesarios para la compra. Los hermanos estaban asombrados por la generosidad del hombre pero no querían aceptar más dinero del necesario para sus entradas al parque.

- Señor, muchas gracias por su generosidad pero solo necesitamos el dinero suficiente para comprar nuestras entradas al parque -dijo Clarita con gratitud en su voz.

El hombre entendió la situación de los niños y les deseó buena suerte antes de marcharse con una gran sonrisa en el rostro. Los hermanos finalmente lograron vender todas las pulseras y joyas que habían hecho durante toda la semana y tenían suficiente dinero para comprar las entradas al parque de diversiones que tanto habían deseado visitar.

Saltando de alegría, corrieron hacia el parque para disfrutar de todas las atracciones emocionantes y los juegos divertidos. Desde ese día, Clarita y Joaquín aprendieron que con esfuerzo y determinación, podían lograr cualquier cosa que se propusieran.

Siempre recordarían la lección de aquel hombre generoso que les enseñó a ser humildes y agradecidos por lo que tenían. Y así vivieron felices para siempre.

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