Puppet Theatre of Dreams
Había una vez una joven llamada Martina que se encontraba en busca de un trabajo para poder costear sus estudios.
Un día, vio un anuncio en el periódico que decía: "Se busca niñera valiente para cuidar a una niña en una casa de terror". Aunque le pareció extraño, Martina decidió darle una oportunidad. Cuando llegó a la dirección indicada, se encontró con una enorme mansión antigua y tenebrosa.
La puerta chirrió al abrirse y allí estaba la señora Rodríguez, quien le explicó que su hija Lucía era especial y necesitaba alguien que pudiera comprenderla. Martina entró temerosa pero decidida. Al subir las escaleras hacia el cuarto de Lucía, sintió un escalofrío recorrer su espalda.
Cuando abrió la puerta, quedó sorprendida al ver a Lucía parada frente al espejo con un vestido blanco y largo como si fuera un fantasma. "¡Hola! Soy Martina, tu nueva niñera", dijo tratando de ocultar su miedo.
Lucía volteó lentamente hacia ella y sonrió con dulzura. "¡Qué gusto conocerte! Yo soy Lucía". A medida que pasaban los días, Martina notaba algo especial en Lucía. A pesar de su apariencia pálida y sombría, era muy inteligente y curiosa.
Juntas exploraron cada rincón oscuro de la mansión mientras jugaban a encontrar pistas secretas e inventaban historias fantásticas. Una noche, mientras cenaban juntas en el comedor principal, escucharon unos ruidos extraños provenientes del sótano.
Martina, asustada, se levantó para investigar y encontró una puerta oculta detrás de un viejo mueble. "¡Lucía, ven rápido! ¿Sabías que había una puerta escondida aquí?", exclamó Martina emocionada. Lucía se acercó con curiosidad y juntas abrieron la puerta.
Para su sorpresa, descubrieron un pequeño teatro abandonado. Las luces se encendieron automáticamente y los títeres comenzaron a moverse solos en el escenario. Martina y Lucía miraban fascinadas cómo los títeres cobraban vida y contaban historias maravillosas.
Poco a poco, empezaron a comprender que los títeres representaban las emociones de las personas: el miedo, la tristeza, la alegría y el amor. A medida que exploraban más el teatro, descubrieron un guión incompleto debajo de uno de los títeres.
"¡Vamos a completarlo juntas!", dijo Martina entusiasmada. Durante días trabajaron arduamente en el guión del teatro mientras aprendían sobre las diferentes emociones y cómo manejarlas adecuadamente. Se dieron cuenta de que muchas veces el miedo era solo una ilusión creada por nuestra imaginación.
Finalmente llegó la noche de estreno del nuevo espectáculo en el teatro abandonado. La mansión estaba llena de vecinos curiosos que querían ver qué había pasado con aquel lugar oscuro durante tanto tiempo.
Los títeres cobraron vida nuevamente pero esta vez transmitiendo mensajes positivos sobre cómo enfrentar nuestros temores y aceptar nuestras emociones. El público aplaudió y se emocionó con cada acto. Al finalizar la función, Martina y Lucía recibieron un gran aplauso.
La señora Rodríguez, con lágrimas en los ojos, les agradeció por haberle devuelto la magia a su hogar. Desde aquel día, Martina siguió cuidando de Lucía pero ya no en una casa de terror.
Juntas exploraron nuevos lugares y aprendieron muchas cosas valiosas sobre el poder de nuestras emociones. Y así, Martina comprendió que ser diferente no era algo malo sino todo lo contrario: era una oportunidad para aprender y crecer juntos.
Aprendió que no debemos juzgar a alguien por su apariencia sino conocerlo realmente para descubrir sus tesoros más profundos. Y así termina esta maravillosa historia donde dos almas conectaron en medio de la oscuridad para llenarse mutuamente de luz y alegría.
FIN.