¿Qué camino tomar?
Érase una vez en la escuela Primaria Palabras Brillantes, un niño llamado Lucas. Un día soleado, cuando el timbre sonó marcando el final de la clase de matemáticas, Lucas y sus amigos, Sofía y Mateo, decidieron salir al recreo. Todo parecía perfecto, hasta que encontraron algo inesperado en la cancha de fútbol.
Unas monedas brillantes estaban tiradas en el suelo.
- ¡Mirá, Lucas! -exclamó Sofía-. ¡Hay un montón de monedas! ¿De quién serán?
- No sé, pero no creo que debamos quedárnoslas -dijo Mateo, frunciendo el ceño.
Lucas miró las monedas, y un dilema comenzó a formarse en su mente. Podía ver que su amigo estaba preocupado, pero la idea de comprar muchas golosinas lo tentaba. Entonces, le pidió la opinión a sus amigos:
- ¿Y si las llevamos a la maestra? Puede que alguien las esté buscando -sugirió Sofía.
- Pero, ¿qué tal si las usamos para comprar algo? Queremos disfrutar el recreo -replicó Lucas con voz baja.
Ahora era momento de decidir. Lucas podía optar por hacer lo correcto o dejarse llevar por la tentación. Tenía dos caminos:
1. **Devolver las monedas a la maestra y ayudar a encontrar al dueño.**
2. **Usar las monedas para comprar golosinas y disfrutar con sus amigos.**
Si decides ayudar a devolver las monedas, ve a la página 2. Si decides usar las monedas, ve a la página 3.
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**Página 2**
- De acuerdo, vamos a buscar a la maestra -dijo Lucas, sintiéndose aliviado. Sus amigos asintieron.
Cuando llegaron a la sala de la maestra, la vieron en su escritorio.
- Señorita, encontramos estas monedas en el recreo. Creemos que podrían ser de alguien -dijo Lucas, mostrándole el brillo de las monedas.
- ¡Oh! -exclamó la maestra-. Excelente trabajo, chicos. Es muy importante ser honestos. Ahora ayudaré a buscar al dueño.
Sofía sonrió y Mateo se sintió orgulloso. Pero la maestra continuó:
- Si no aparece el dueño en un rato, me gustaría premiarlos.
Mientras estaban esperando, Lucas sintió que había hecho lo correcto. Pero cuando la maestra no encontró a nadie que reclamara las monedas, les ofreció una bolsa de caramelos.
- Aquí tienen, como recompensa por su honestidad -dijo la maestra.
Los ojos de Lucas se iluminaron de alegría. Se dio cuenta de que prefirió la verdad a la tentación y eso le hizo sentirse muy bien.
- Gracias, señorita. Realmente esto es muy dulce -bromeó Mateo y todos rieron.
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**Página 3**
- Vamos a comprar algo delicioso -dijo Lucas, sintiéndose emocionado mientras sus amigos sonreían.
Fueron corriendo a la tienda que estaba cerca de la escuela y compraron una montaña de golosinas. Pero cuando estaban disfrutando de sus dulces, vieron a un niño de su curso, Tomás, que paseaba por ahí.
- ¡Oye, Tomás! -gritó Sofía-. ¡Ven a compartir estas golosinas!
Tomás se acercó, pero su expresión se tornó seria al ver que Lucas no tenía las monedas para ayudar.
- ¡Esas son las monedas que perdí! -exclamó, mirándolos con sorpresa. - ¡Me tomó todo el día encontrar el lugar donde las dejé!
Lucas sintió un torrente de culpa.
- No sabía que eran tuyas, Tomás -dijo, ya con la boca llena de caramelos de color brillante.
- ¡Pero eso no es justo! -respondió Tomás visiblemente molesto.- ¡Me estuve esforzando!
Lucas tuvo que tomar una decisión. Podía ofrecerle compartir una parte de sus golosinas con Tomás, o simplemente seguir disfrutando de su premio. Pero al mirarlo, se dio cuenta de que tomarse un momento para ser considerado podría hacer que todos fueran felices.
1. **Ofrecer algunas golosinas a Tomás y pedir disculpas.**
2. **Continuar comiendo y tratar de ignorar lo que estaba sucediendo.**
Si decides compartir las golosinas con Tomás, ve a la página 4. Si decides ignorarlo, ve a la página 5.
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**Página 4**
- Tomás, ¡lo siento! -dijo Lucas sacudiendo la cabeza. - Toma, comparte conmigo. Aún hay mucho -y le ofreció algunas golosinas a su amigo.
Tomás aceptó las golosinas y su rostro se iluminó. - Gracias, Lucas, eso es muy amable de tu parte.
De repente, Lucas sintió que la culpa se desvanecía. ¡Era mucho más divertido compartir!
Los cuatro amigos comenzaron a charlar y a reír mientras disfrutaban del sabor de las golosinas, y Lucas aprendió que hacer lo correcto siempre trae alegría.
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- Pff... no es para tanto -dijo Lucas, ignorando a Tomás mientras continuaba masticando sus dulces. Era un poco egoísta, pero en ese momento, solo quería disfrutar.
Sin embargo, a medida que pasaron los minutos, Lucas no pudo evitar sentir un vacío en su corazón. Recordó cómo siempre habían disfrutado sus recreos juntos y se dio cuenta de que arrepentirse de su decisión era mucho peor que haber compartido.
La escuela terminó, pero Lucas siguió pensando en Tomás y cómo había perdido una oportunidad de ser un buen amigo. Leer más sobre la importancia de la honestidad y la amistad después de una experiencia así sería fundamental para él.
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Finalmente, al finalizar el recreo, Lucas se dio cuenta de que lo más importante no eran las monedas o las golosinas, sino el valor de la amistad y la honestidad. En su corazón, sabía que había aprendido una lección invaluable. Y aunque cada elección podía ser difícil, siempre habría una oportunidad para hacerlo bien.
Al otro día, en el recreo, Lucas decidió hablar con Tomás y pedir disculpas. No solo era un buen camino, sino que estaba sintiendo que el verdadero valor se encuentra en ser honesto, solidario y cuidar de sus amigos.
Y así, Lucas y sus amigos aprendieron que las decisiones morales pueden ser complicadas, pero siempre hay un camino hacia el bien y, sobre todo, hacia la amistad.
Fin.
FIN.