Querida Vida, No Sé Qué Me Espera Mañana



En un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos cristalinos vivía Sofía, una niña curiosa y aventurera. Siempre se hacía mil preguntas sobre el futuro. Un día mientras estaba sentada en su rincón favorito, el roble gigante del parque, decidió escribirle a la vida.

"Querida Vida, no sé qué me espera mañana. ¿Habrá sorpresas? ¿Seré feliz?", escribió Sofía en su diario.

Al día siguiente, algo mágico ocurrió. Al abrir la ventana, un pájaro de colores brillantes voló hacia ella.

"- Hola, Sofía. Soy Pío, el pájaro mensajero. ¿Te gustaría saber lo que te depara el día?"

Sofía, sorprendida pero intrigada, respondió: "- ¡Sí! Pero, ¿cómo lo sabes?"

"- Los pájaros del bosque tienen el don de ver lo que viene. Sin embargo, lo que veo no siempre es como uno lo espera", contestó Pío moviendo su pluma con gracia.

Sofía se sintió un poco ansiosa. "- ¿Qué quieres decir con eso?"

"- Verás, mañana habrá una gran tormenta, pero eso no significa que sea un mal día. Pueden suceder cosas inesperadas y maravillosas", explicó Pío.

Intrigada, Sofía decidió no preocuparme. Al día siguiente, el cielo se oscureció y comenzó a llover.

"- ¡Ay, no!", exclamó mientras miraba por la ventana, "- ¡La tormenta!"

Pero en vez de quedarse triste, recordó las palabras de Pío y salió a jugar bajo la lluvia.

Para su sorpresa, en el río se formaron pequeñas cascadas, y con la lluvia, los colores del mundo parecían brillar más.

"- ¡Mira cuántos arcoíris!", dijo Sofía riendo mientras saltaba en charcos.

Esa tarde, mientras el sol volvía a salir, Sofía conoció a un grupo de niños que también habían decidido jugar en la lluvia.

"- ¡Hola! Soy Sofía, ¿quieren jugar?"

"- ¡Sí!", gritaron los niños entusiasmados. Juntos hicieron barquitos de papel y los dejaron fluir en la corriente del río.

"- ¡Esto es increíble!", gritó uno de los niños.

Después de un rato, Sofía se dio cuenta de que no solo había disfrutado de la tormenta, sino que también había hecho nuevos amigos.

Esa noche, bajo las estrellas, Sofía le escribió de nuevo a la vida.

"Querida Vida, hoy aprendí que no siempre se puede saber qué pasará mañana, pero eso no significa que no pueda ser especial. Las sorpresas pueden traer alegría, aunque no las esperemos. "

Al día siguiente, Pío volvió a visitarla.

"- ¿Y bien, Sofía? ¿Cómo fue tu día ayer?"

"- ¡Maravilloso!", exclamó, "- Gracias a ti, aprendí a no temer a lo desconocido. ¡Me encanta el futuro!"

"- Recuerda, Sofía, cada día trae una nueva oportunidad. Nunca dejes de ser curiosa y valiente. ¡El mundo está lleno de sorpresas!"

Desde ese día, Sofía no tuvo miedo al futuro. Comprendió que cada jornada traería algo nuevo, y que lo más importante era disfrutar cada momento y estar abierta a la maravilla de lo que está por venir.

Y así, entre juegos y aventuras, Sofía continuó explorando el mundo, siempre dispuesta a recibir lo que la vida le ofreciera, sin importar cuán inesperado fuera.

FIN.

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