Quintus y Marcus en el Foro



Era un soleado día en Roma, y dos amigos, Quintus y Marcus, decidieron aventurarse al foro, donde la vida bulliciosa de la ciudad nunca se detenía.

"¿Viste eso, Marcus? ¡El foro está lleno de cosas interesantes!" - exclamó Quintus, mientras admiraba las estatuas y los templos antiguos.

"Sí, Quintus, pero ten cuidado. No olvides que debemos volver antes de que caiga la noche." - respondió Marcus, un poco más cauteloso.

Pasearon entre comerciantes que ofrecían frutas frescas, especias y joyas brillantes. Quintus se detuvo a observar a un orador que hablaba apasionadamente sobre la importancia de la justicia.

"Mirá lo que hace ese hombre, ¡es increíble! ¿No te gustaría ser un orador famoso algún día?" - dijo Quintus con entusiasmo.

"Sí, pero primero tengo que aprender a hablar mejor. Todavía me tiembla la voz cuando tengo que recitar en clase" - contestó Marcus, un poco avergonzado.

Mientras discutían sobre cómo superar sus miedos, un anciano se acercó a ellos.

"Hola, jóvenes. ¿Qué les trae por aquí?" - preguntó el hombre con una sonrisa.

"Estamos explorando el foro y mirando todo lo que se puede ver", - respondió Quintus.

"Eso es maravilloso. ¿Pero saben qué es lo más importante del foro?" - continuó el anciano.

"¿Qué es?" - preguntó Marcus, intrigado.

"Es un lugar de aprendizaje. Aquí se negocia, se debate y se comparte conocimiento. No solo se trata de comerciar y hablar, sino de escuchar y aprender de los demás" - explicó el anciano.

Los chicos asintieron, reflexionando sobre las palabras del hombre. Seguieron explorando, y de repente, una multitud se reunió alrededor de una competencia de oradores. La emoción llenó el aire. Quintus miró a Marcus, cuyos ojos brillaban con interés.

"¿Te animás a participar?" - sugirió Quintus, empujando un poco a su amigo con el codo.

"No... No sé si puedo." - dudó Marcus, nervioso.

"Deberías intentarlo. ¡La única forma de mejorar es practicando!" - insistió Quintus.

Finalmente, Marcus decidió que tenía que intentarlo. Se acercó a la multitud, con el corazón latiendo rápido.

"¡Voy a hacerlo!" - gritó, más para convencerse a sí mismo que a los demás. Tomó una profunda respiración y comenzó a hablar sobre la importancia de la amistad.

Al principio, su voz temblaba, pero leyó los rostros alentadores de la gente y sintió que la confianza comenzaba a fluir. Poco a poco, sus palabras se hicieron más firmes y claras, y cuando terminó, el foro estalló en aplausos.

"¡Felicidades, Marcus! ¡Lo hiciste!" - gritó Quintus, radiante de felicidad.

"No lo puedo creer... ¡esto es increíble!" - respondió Marcus, riendo con alegría.

El anciano apareció nuevamente, sonriendo.

"Ves, joven, no necesitabas tener miedo. A veces, debemos enfrentar nuestros miedos y aprender a comunicar nuestras ideas, como vos lo hiciste hoy. ¡Sigan explorando y aprendiendo, chicos!" - dijo mientras se alejaba.

Los amigos pasaron el resto de la tarde escuchando a otros oradores y compartiendo ideas. Aprendieron sobre el valor del respeto y la disciplina, y que la confianza se construye mediante la práctica y la superación de miedos. Con el atardecer, comenzaron su camino de regreso a casa.

"¿Viste? ¡No fue tan aterrador participar!" - dijo Marcus emocionado.

"Vamos a venir más seguido, tengo muchas ganas de seguir aprendiendo... y por supuesto, también de hablar en público" - respondió Quintus.

Así, Quintus y Marcus regresaron a casa con sus corazones llenos de nuevas experiencias y lecciones, sabiendo que el foro no solo era un lugar para comerciar, sino también para aprender y crecer.

FIN.

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