Raigild y la Casa del Bosque



Había una vez una valiente niña llamada Raigild, que decidió aventurarse en el misterioso bosque cercano a su pueblo. Mientras exploraba, se topó con una casa muy extraña, con ventanas torcidas y un techo inclinado.

A pesar de su curiosidad, Raigild decidió entrar en la casa, sin imaginar lo que encontraría en su interior. Al adentrarse, una sombra siniestra apareció, revelando a una bruja con un sombrero puntiagudo y una mirada penetrante.

- ¿Qué haces en mi casa, intrusa? - dijo la bruja con voz amenazante. Raigild, asustada pero decidida, respondió: - Perdón, no sabía que esta casa era tuya. Solo quería explorar un poco el bosque.

La bruja, con gesto ceñudo, replicó: - El bosque es mi dominio, y nadie debe entrar en mis dominios sin permiso. Raigild, sin saber qué hacer, se disculpó nuevamente y trató de alejarse, pero la bruja, enfurecida, bloqueó la salida.

- ¡No puedes irte ahora! ¡Debes pagar por tu atrevimiento! Raigild, temerosa pero con un brillo de valentía en sus ojos, corrió hacia la puerta, esquivando las zarzas de la maleza que crecían en el interior de la casa.

La bruja, desesperada por detenerla, lanzó conjuros y encantamientos, pero Raigild continuó su escape con determinación. Finalmente, logró salir de la casa y, con el corazón latiéndole con fuerza, se alejó corriendo, dejando atrás el bosque y la malvada bruja.

Con cada paso, Raigild se sentía más fuerte y segura, sabiendo que, a pesar del miedo, había demostrado su coraje. Desde ese día, Raigild entendió que la valentía y la determinación pueden vencer cualquier obstáculo. Y aunque el bosque guardaba peligros, también guardaba secretos y aventuras por descubrir.

Con esa lección en su corazón, Raigild regresó a casa, lista para futuras aventuras y desafíos.

FIN.

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