Rainbow Adventures



Había una vez una ratita llamada Rosita que vivía en un pequeño agujero en el campo.

Siempre había sido muy curiosa y le encantaba explorar su entorno, pero había algo que la fascinaba más que cualquier otra cosa: el arco iris. Cada vez que llovía y salía el sol, Rosita se sentaba en un montículo de tierra cerca de su agujero y observaba maravillada cómo los colores del arco iris pintaban el cielo.

Los brillantes tonos rojos, naranjas, amarillos, verdes, azules y violetas llenaban su corazón de alegría. Un día, mientras Rosita admiraba el arco iris con sus ojitos brillantes, vio algo inesperado: una hermosa ratoncita llamada Ramona también estaba allí mirando aquel espectáculo de colores.

Sus ojitos brillaban igual que los de Rosita. - ¡Hola! ¿También te gusta mirar el arco iris? -preguntó emocionada Rosita. - ¡Sí! Es tan mágico y hermoso -respondió Ramona con entusiasmo-. Me llamo Ramona, ¿y tú? - Yo soy Rosita.

¡Qué alegría encontrar a alguien más que comparta mi amor por los arco iris! Desde ese momento, Rosita y Ramona se convirtieron en grandes amigas.

Juntas pasaron horas observando los arco iris y aprendiendo todo lo que podían sobre ellos. Descubrieron que cada color representaba algo diferente: el rojo era valentía, el naranja era creatividad, el amarillo era felicidad, el verde era esperanza, el azul era tranquilidad y el violeta era magia.

Un día, mientras exploraban en busca de aventuras, se encontraron con una rana llamada Renato. Renato les contó que había escuchado sobre una leyenda muy antigua que decía que si alguien conseguía atrapar un arco iris, recibiría un deseo especial.

- ¡Sería increíble tener un deseo especial! -exclamó Rosita emocionada-. ¿Qué te parece si intentamos atrapar uno? Ramona y Renato estuvieron de acuerdo y comenzaron a idear un plan para capturar el arco iris.

Buscaron materiales por todo el campo: hilos brillantes, hojas grandes y algunas ramas resistentes. Juntos construyeron una red gigante. Cuando terminaron su creación, treparon hasta la cima de la colina donde siempre veían los arco iris.

Alzaron la red bien alto y esperaron pacientemente a que apareciera uno. Pasaron horas y horas sin éxito alguno. Estaban a punto de rendirse cuando algo mágico sucedió: un arco iris comenzó a formarse justo frente a ellos. Los colores se intensificaron y las ratitas saltaban emocionadas.

- ¡Es ahora o nunca! -gritó Rosita mientras lanzaba la red al aire. Para sorpresa de todos, la red logró envolver al arco iris por completo. Las ratitas saltaban de alegría celebrando su gran hazaña.

Pero antes de poder hacer su deseo, algo inesperado ocurrió: el arco iris comenzó a temblar dentro de la red. Se estaba debilitando rápidamente. - ¡Rápido, tenemos que liberarlo! -exclamó Renato.

Las ratitas y la rana trabajaron juntas para desenredar el arco iris de la red. Fue un trabajo duro y delicado, pero finalmente lo lograron. Cuando el arco iris quedó libre, comenzó a elevarse en el cielo y se transformó en una lluvia de chispas brillantes que llenaron todo el campo.

Rosita, Ramona y Renato se miraron sorprendidos. - ¡Miren! -dijo Ramona señalando al suelo-. Cada chispa está formando un pequeño arco iris. Efectivamente, todos los colores del arco iris habían creado miniaturas de sí mismos por todo el campo.

Era algo mágico y hermoso de ver. Las ratitas entendieron entonces que no necesitaban atrapar un arco iris para tener su deseo especial.

El verdadero regalo estaba en compartir momentos mágicos con sus amigos y descubrir la belleza del mundo a su alrededor. Desde aquel día, Rosita, Ramona y Renato siguieron explorando juntos, aprendiendo cosas nuevas cada día y compartiendo su amor por los colores del arco iris con todos los animales del campo.

Y así vivieron felices para siempre, rodeados de magia y amistad.

FIN.

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