Ramón y el Tesoro del Río
Había una vez un ratoncito llamado Ramón que vivía en una pequeña casita junto al rápido río. Ramón era un ratón curioso y valiente, que siempre soñaba con grandes aventuras. A menudo se sentaba en la orilla del río, viendo cómo las aguas brillaban bajo el sol, pensando en lo que podría haber más allá de su hogar.
Un día, mientras exploraba la playa del río, Ramón escuchó un susurro que venía del agua. Era su amiga, la tortuga Tula, que nadaba cerca.
"¡Ramón! ¡Ven aquí!" - gritó Tula mientras movía sus patas en el agua.
"¿Qué pasó, Tula?" - preguntó Ramón, intrigado.
"Creo que he visto algo brillante en el fondo del río. ¡Podría ser un tesoro!" - dijo Tula, emocionada.
Ramón sintió un cosquilleo de emoción en su pancita.
"¡Vamos a buscarlo juntos!" - exclamó, decidido.
Así que, después de una rápida charla sobre cómo encontrar el tesoro, los dos amigos tomaron sus pequeños botes de hojas y se dirigieron al lugar donde Tula había visto el destello.
Navegaron por las aguas del río, disfrutando del viaje. Durante el trayecto, Ramón vio un grupo de peces que saltaban por encima del agua.
"¡Mirá, Tula! ¡Qué fiesta hacen los peces!" - dijo Ramón, riendo.
"Sí, parecen felices. Pero nosotros tenemos que concentrarnos en el tesoro," - respondió Tula,
Después de un rato, llegaron al lugar que Tula había señalado. Allí, el río fluía fuerte, y el fondo parecía lleno de piedras brillantes. Ramón y Tula se asomaron con curiosidad y vieron algo que relucía más que todo lo demás.
"¡Allí! ¡Esa es la cosa brillante! ¡Es un tipo de moneda!" - gritó Ramón.
"Pero está muy profunda, no podemos alcanzarla desde aquí," - dijo Tula, preocupada.
"Debemos pensar en cómo llegar hasta ella," - sugirió Ramón, pensando en voz alta.
Después de un rato, Tula tuvo una idea.
"Podríamos hacer una cadena con las ramas y las hojas. Yo puedo nadar y sujetar la cadena mientras vos tirás de ella al salir de la parte profunda. ¡Es una buena estrategia!" - explicó Tula.
"¡Sí! ¡Hagámoslo!" - dijo Ramón, entusiasmado.
Se pusieron manos a la obra. Juntos armaron una larga cadena de hojas y ramitas, mientras ayudaban a otros animales que se acercaban, a ver qué ocurría. Un pájaro carpintero pasó volando y, viendo su esfuerzo, se ofreció a ayudar.
"¡Puedo juntar más hojas y darles más fuerza!" - dijo el pájaro carpintero, y se unió a la tarea.
Finalmente, con mucho trabajo en equipo, lograron hacer la cadena. Tula se sumergió en el río, mientras Ramón y el pájaro carpintero tiraban de la cadena. Después de un poco de esfuerzo, Tula emergió con la moneda brillante en su mano. Todos celebraron su éxito.
"¡Lo logramos! ¡Es un verdadero tesoro!" - exclamó Ramón, salpicando de alegría.
Pero cuando miraron la moneda con más detalle, se dieron cuenta de que no se trataba de un tesoro común. Era una medalla muy antigua con mensajes sobre la amistad y el trabajo en equipo.
"Esto es más valioso que un montón de monedas," - dijo Tula, sonriendo.
"Sí, porque nos recordó lo fuerte que somos juntos. No importa si somos pequeños, juntos ayudamos a otros y logramos cosas grandes," - respondieron todos.
Así que decidieron colocar la medalla en un lugar especial cerca de su casita como símbolo de su aventura y su amistad. A partir de ese día, cada vez que pasaban por el río, recordaban lo que habían aprendido sobre la colaboración, la valentía y la importancia de trabajar en equipo.
El río seguía fluyendo, pero Ramón y Tula sabían que siempre tendrían nuevas aventuras esperando por ellos cuando se unieran.
Y así, el ratoncito Ramón, junto a su amiga Tula y los demás, aprendieron que la verdadera riquezas están en los lazos que construimos y en las aventuras que compartimos juntos. ¡Fin!
FIN.