Ramón y su Amigo Mounstro que Nunca Contó a Nadie
Era una vez un niño llamado Ramón, que vivía en un pequeño pueblo lleno de historias y magia. Ramón era un chico muy imaginativo y soñador. Su vida era bastante normal, excepto por un pequeño secreto que guardaba en su corazón: tenía un amigo muy especial, un monstruo al que había conocido una noche estrellada mientras exploraba el bosque detrás de su casa.
El monstruo, llamado Grom, era grande y animal, con un enorme par de ojos amarillos que brillaban en la oscuridad. A primera vista, podría parecer aterrador, pero en el fondo era un ser amable y funny.
"¡Hola, Ramón!" - dijo Grom cuando lo encontró.
"Hola, Grom. ¿Por qué estás aquí?" - preguntó Ramón, un poco sorprendido.
"Vivo aquí, en el bosque. Soy el guardián de los sueños de los niños en esta zona. ¡Me alegra conocerte!" - respondió el monstruo con una amplia sonrisa.
Desde ese día, Ramón y Grom se hicieron grandes amigos. Pasaban horas hablando, jugando y contando historias. Grom era un experto en contar cuentos fantásticos, y Ramón siempre se reía a carcajadas con sus locuras. Sin embargo, había un pequeño problema: Ramón nunca le había contado a nadie sobre su amigo monstruoso.
Un día, mientras paseaban por el bosque, Ramón se sintió un poco triste.
"¿Por qué no les cuento a mis amigos sobre vos?" - preguntó Ramón.
"Tal vez ellos no me aceptarían, Ramón. Los monstruos suelen asustar a las personas. Pero... también puede ser un gran riesgo, ¿no?" - Grom le contestó, acariciando su larga cola con una mirada melancólica.
La idea de que Grom pudiera sentirse solo los llevó a vivir una aventura emocionante. Decidieron que harían algo que los uniría aún más: organizar una gran fiesta para todos los amigos de Ramón, ¡y llevar a Grom! Ramón estaba seguro de que, si los chicos conocían a Grom, verían que no era tan aterrador como parecía. Entonces, comenzaron a prepararse.
Con ayuda de Grom, decoraron el bosque con luces de colores, globos y muchas cosas divertidas. Cuando llegó el gran día, sus amigos se mostraron intrigados y un poco escépticos sobre la invitación tan rara que había hecho Ramón.
"¿Un monstruo? No creo que eso sea una buena idea, Ramón" - dijo Lucas, el mejor amigo de Ramón.
"La verdad es que Grom es genial. Solo tienes que conocerlo" - respondió Ramón, tratando de convencerlo.
Finalmente, con mucha emoción y una pizca de nervios, sus amigos llegaron a la fiesta. Cuando Grom apareció, los chicos gritaron sorprendidos. Pero Ramón se apresuró a decir:
"¡Esperen! Grom no es un monstruo malo. ¡Es mi amigo!"
Grom estaba nervioso, pero Ramón lo animó. Después de un momento tenso, Grom se acercó a los chicos y comenzó a contar historias divertidas sobre él y sus aventuras en el bosque. Para sorpresa de todos, se rieron y comenzaron a jugar con Grom, olvidándose de sus miedos.
"Mirá, ¡se está divirtiendo!" - dijo Sofía, la más pequeña del grupo.
"Te dije que era increíble, ¿verdad?" - exclamó Ramón emocionado.
La fiesta continuó con juegos, risas y bailes. Al final de la tarde, todos los chicos se despidieron de Grom con abrazos y promesas de volver a jugar juntos. Ramón sintió que había logrado algo grandioso: había mostrado al mundo su amigo especial y nadie había cambiado de opinión sobre él.
Al día siguiente, Ramón se dio cuenta de que había aprendido una lección importante: no importa si alguien tiene diferencias o no encaja en lo que los demás consideran normal. Todos tienen algo especial que ofrecer. Desde ese día, Ramón y Grom nunca más sintieron la necesidad de ocultarse. Y cada vez que se encontraban con sus amigos, la risa y la amistad los unían todavía más.
Así, Ramón no solo había encontrado un amigo en Grom, sino también había enseñado a sus amigos sobre la aceptación y el valor de la amistad.
FIN.