Rana, Patineta y el Dragón de Fuego



Había una vez, en un pequeño pueblo de Argentina, un joven llamado Nico que tenía una patineta de colores vibrantes. Su mayor sueño era realizar trucos impresionantes en el parque, pero siempre se sentía un poco inseguro. Un día, mientras practicaba en el patio de su casa, se encontró con una Rana mágica que vivía en un estanque cercano.

"¡Hola, Nico!" dijo la Rana con una voz melodiosa. "He estado observando cómo intentas mejorar tus habilidades en patineta. Te admiro por tu esfuerzo."

"Gracias, Rana," respondió Nico, un poco sorprendido. "Pero a veces siento que nunca voy a poder hacerlo tan bien como los demás."

"Si te esfuerzas y te mantienes positivo, estoy segura de que puedes lograrlo. ¿Te gustaría acompañarme a una aventura?"

Nico, curioso y emocionado, aceptó la propuesta. La Rana lo llevó a través del bosque, donde llegaron a un claro iluminado por luces brillantes. Allí, ¡había un dragón de fuego! Su cuerpo brillaba como el sol y sus alas eran del color de las llamas.

"¡Hola, pequeña rana y humano audaz! Soy Drago, el dragón de fuego. He estado esperando a alguien que tenga valor. Necesito su ayuda," dijo el dragón con una voz profunda.

"¿Cómo podemos ayudarte?" preguntó Nico, sintiéndose un poco asustado pero también intrigado.

"Hay un problema en el pueblo. Una sombra oscura ha comenzado a robar la luz del sol. Sin ella, las flores se marchitan y los niños no pueden jugar. Yo no puedo hacerlo solo. Necesito la valentía y creatividad de ustedes," explicó Drago con sinceridad.

Nico se sintió conmovido. "Vamos a ayudar, pero ¿cómo?"

"Debes utilizar tu patineta de manera creativa. Con Sandra, la Rana, daremos una exhibición de habilidades. La energía positiva de las personas atraerá a la luz y ahuyentará la sombra."

Nico dudó, "Pero no soy tan bueno..."

"Eso no importa, lo que cuenta es la intención. ¡Vamos!" dijo Sandra.

Así que juntos, unieron fuerzas. Practicaron trucos en la patineta y mientras tanto, Sandra lanzaba burbujas de colores que iluminaban el claro. Drago, sobrevolando, inspiraba a Nico desde las alturas con su potente rugido.

El día del espectáculo, la plaza estaba llena de niños y adultos curiosos. Nico, con su patineta, se sintió un poco nervioso, pero la Raña le murmuró: "Solo diviértete y deja que la magia suceda."

Con cada truco que realizaba, risas y aplausos se esparcían. La energía positiva llenaba el aire, y la sombra comenzaba a retroceder. De repente, con un giro espectacular, Nico mostró un salto que había estado intentando durante semanas. El público estalló en aplausos.

Y en ese momento, la luz comenzó a brillar con fuerza, llenando cada rincón del pueblo. La sombra, incapaz de resistir la alegría, desapareció por completo. El sol regresó, las flores alzaron sus cabezas y los niños rieron. Drago, satisfecho, hizo una voltereta en el aire.

"¡Lo hiciste, Nico! ¡Ustedes lo hicieron! La luz ha regresado gracias a la unión de la magia y el coraje."

Nico, con una sonrisa de oreja a oreja, se dio cuenta de que lo único que necesitaba era confiar en sí mismo y no rendirse. La Rana lo miró orgullosa. "Siempre llevaremos la luz dentro nuestros corazones, solo hay que dejarla salir."

Desde ese día, Nico se convirtió en un verdadero experto con su patineta, y siempre consultaba a su amiga Rana y al dragón Drago para sus nuevas aventuras. Juntos, demostraron que con valor y creatividad, hasta las sombras más oscuras pueden desvanecerse, y que los sueños se hacen realidad cuando uno se atreve a intentarlo.

FIN.

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