Rapu y la Lechuga Mágica



Era una tarde soleada en un pequeño pueblo, y un amable papá llamado Juan estaba muy preocupado. Su esposa, Clara, llevaba días enferma y no había nada que pareciera ayudarla. Un amigo del pueblo le había contado que en el bosque cercano vivía una bruja que tenía una lechuga curativa, así que decidió arriesgarse y buscarla.

Juan se adentró en el bosque, donde los árboles altos cubrían el cielo y los pájaros cantaban en armonía. Después de un rato, llegó a la cabaña de la bruja. Sin pensarlo dos veces, empujó la puerta y se encontró con una habitación llena de extrañas hierbas y frascos curiosos.

"¿Qué estás haciendo aquí, humano?" gritó la bruja, con una voz estruendosa que hizo eco por toda la cabaña.

"Vine a buscar la lechuga curativa para mi esposa. Ella está muy enferma y no sé qué más hacer..." - respondió Juan, sintiendo un nudo en el estómago.

La bruja lo observó con una mirada intensa y dijo:

"Si me das a tu hija, te entregaré la lechuga curativa."

Juan se quedó paralizado. Tenía una hermosa hija llamada Rapu, llena de energía y alegría.

"¡No puedo hacer eso!" - exclamó Juan angustiado, pero la idea de perder a Clara lo llenaba de desesperación.

"Piénsalo bien, amigo. Una lechuga curativa puede salvar a tu esposa, pero, a cambio, necesitaré el corazón puro de una niña. ¿Aceptarás el trato?" - insistió la bruja.

Después de un momento que pareció eterno, Juan, desgarrado por los pensamientos, sintió que no tenía otra opción.

"De acuerdo, te traigo a Rapu..." - murmuró, con el corazón pesado.

Con lágrimas en los ojos, Juan volvió a casa y abrazó a Rapu. No sabía cómo explicarle la situación. La pequeña le miró curiosa.

"Papá, ¿qué sucede?"

"...Tu mamá está enferma y... necesito un favor especial de vos..." - intentó explicarle, pero las palabras se enredaban en su garganta.

Rapu, siempre valiente, lo interrumpió:

"¡Yo ayudaré!" - dijo con determinación.

Juan no podía creer lo que escuchaba.

"No, cariño, quiero protegerte. La bruja es peligrosa. Solo quiero salvar a tu mamá."

"Si tengo que ir, voy a ir..." - insistió Rapu.

Finalmente, Juan comprendió que no podía detenerla, así que, juntos, se dirigieron a la cabaña de la bruja.

Al llegar, Rapu se acercó a la bruja y dijo:

"¡Hola, bruja! Soy Rapu, y estoy aquí para ayudarte."

La bruja se sorprendió. Nunca había visto a una niña tan decidida y valiente.

"¿Estás lista para el trato?" - le preguntó, pero antes de que Rapu pudiera responder, soltó una risa burlona.

"No necesito ser un trato, regalo la lechuga curativa. No quiero hacer daño a nadie." - dijo con una mirada resplandeciente.

La bruja, asombrada por la bondad de Rapu, reflexionó unos momentos y dijo:

"Tal vez me he equivocado... a veces, la bondad es más poderosa que cualquier magia. Aquí tienes la lechuga curativa. Llévala a tu madre y que se cure."

Juan, lleno de gratitud, tomó la lechuga con manos temblorosas y abrazó a su hija.

"¡Gracias, Rapu, eres la mejor hija del mundo!"

"Hicimos esto juntos, papá. Siempre hay esperanza en la bondad. ¡Vamos a casa!" - sonrió Rapu.

Regresaron a su hogar, donde Clara, al probar la lechuga mágica, se sintió mejor al instante. La familia se abrazó, agradecida por la valentía de Rapu y la lección aprendida sobre la bondad y la importancia de la familia.

Y así, en el corazón del pueblo, siempre recordarían que cada acto de bondad puede cambiar el destino.

Además, nunca olvidarían que el amor y la compasión son la verdadera magia que necesitamos en nuestras vidas.

FIN.

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