Rapunzel, la Reina Floreciente
Había una vez una princesa muy linda que se llamaba Rapunzel. Su cabello era tan largo y dorado que llegaba hasta el suelo. Una bruja malvada la encerró en una torre muy alta, fascinada por los poderes de su cabello dorado.
Un día, mientras Rapunzel miraba por la ventana, vio un pájaro que volaba alegremente en el cielo. Ella suspiró y dijo:
"Ojalá pudiera volar con ustedes."
El pájaro, sintiendo la tristeza de Rapunzel, se posó en la ventanita y le respondió:
"¿Por qué estás tristes, princesa? Tienes un cabello hermoso y un corazón lleno de sueños."
"Estoy atrapada y no puedo salir de esta torre. Todo lo que deseo es ver el mundo."
El pájaro decidió ayudarla. Cada día, comenzaba a traerle semillas y pequeñas flores, diciéndole:
"Si plantas estas semillas, tu torre se llenará de colores y belleza. Harás que tu hogar sea especial."
Rapunzel decidió escuchar al pájaro. Con mucho amor, plantó las semillas en pequeñas macetas que había encontrado. Pronto, flores de colores brillantes comenzaron a crecer por toda la torre. Sin darse cuenta, su entorno se convirtió en un verdadero jardín.
Un día, un joven príncipe pasaba por el bosque y se sintió atraído por el aroma de las flores. Al acercarse, escuchó una melodía suave y dulce.
"¿Quién canta?" - se preguntó. Siguiendo el sonido, se encontró frente a la torre.
"¡Hola!" - llamó el príncipe. "¿Hay alguien ahí?"
Rapunzel, sorprendida, asomó su cabeza por la ventana.
"¡Hola! Soy Rapunzel, y estoy atrapada aquí."
El príncipe, maravillado por la belleza de su cabello dorado y su voz, le dijo:
"Yo puedo ayudarte. Si me dejas subir, juntos podemos encontrar una manera de liberarte."
Sus corazones se llenaron de esperanza. Pero al mismo tiempo, la bruja que la tenía encerrada se percató de la presencia del príncipe. Con un hechizo, decidió interrumpir su encuentro.
En un abrir y cerrar de ojos, la bruja apareció frente a la torre.
"¡Fuera de aquí, intruso!" - exclamó, con su voz llena de rabia.
"¡Déjala en paz!" - gritó el príncipe. "No tiene por qué estar atrapada."
La bruja, furiosa, miró a Rapunzel y le dijo:
"Si quieres ser libre, deberás cortar tu cabello. Solo así podrás salir."
Rapunzel se sintió desgarrada. Su cabello era su tesoro, pero al mismo tiempo, deseaba ser libre.
"¿Qué debo hacer?" - preguntó, tan angustiada como confundida.
"A veces, para obtener lo que deseamos, debemos dejar ir algo que apreciamos mucho. Pero esto no significa que perderás tu esencia, Rapunzel."
Con el apoyo del príncipe y la sabiduría del pájaro, Rapunzel decidió que prefería ser libre en lugar de estar atrapada. Así que, con lágrimas en los ojos, tomó unas tijeras que encontró.
"Esto es solo el comienzo de una nueva vida," - se acordó a sí misma.
Con un corte decidido, su cabello dorado cayó a sus pies. Al instante, la torre se estremeció, y las flores que había cultivado la sostuvieron suavemente mientras descendía. Cuando llegó al suelo, el príncipe la abrazó con ternura.
"¡Estás libre! Ahora podemos explorar juntos el mundo."
La bruja, furiosa, intentó detenerlas, pero el jardín que Rapunzel había cultivado comenzó a florecer aún más. Las flores se convirtieron en un muro que protegía a Rapunzel y al príncipe mientras escapaban.
"¡No lo permitiré!" - gritó, pero su hechizo no podía romper el amor que había crecido entre ellos.
Finalmente, la bruja se desvaneció, impotente ante la belleza del jardín que marcaba un nuevo comienzo.
Rapunzel miró a su alrededor con gratitud.
"Gracias, amiga mía," - le dijo al pájaro. "Sin ti, no habría tenido el valor de encontrar mi propio camino."
Desde ese día, Rapunzel y el príncipe se aventuraron juntos, descubriendo el mundo y sembrando flores en cada lugar que visitaban.
Y así, la princesa que había sido prisionera, se convirtió en la reina floreciente, sembrando alegría y belleza donde quiera que fueran.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.