Rapunzel y la Fiesta del Banquete
Era un hermoso día en el reino de las risas, donde vivía Rapunzel, una princesa con una larga cabellera dorada y una sonrisa que iluminaba todo a su alrededor. A Rapunzel le encantaba jugar, bailar y contar historias. Sin embargo, había un problema: ¡no quería comer nada! Su comida preferida era la diversión, y a pesar de que sus papás la llamaban a la mesa, ella respondía:
"No tengo hambre, prefiero jugar con mis amigos en el jardín."
Con el tiempo, Rapunzel empezó a sentirse cansada. Al pasear por el castillo, no podía correr tanto como antes y su risa se escuchaba un poco más baja. Un día, su mejor amiga Sofía, la ardillita, se dio cuenta de su falta de energía.
"Rapunzel, ¿te sentís bien? No has comido nada en días."
"Sí, Sofía, estoy bien. Solo quiero jugar."
Pero Sofía sabía que algo no estaba bien. Entonces, decidió hacer algo especial. Al día siguiente, organizó una fiesta en el jardín del castillo y puso un enorme letrero que decía: "¡Fiesta del Banquete!".
Cuando Rapunzel llegó, vio un montón de colores y olores maravillosos. Había pasteles, frutas, y muchas comidas deliciosas.
"¡Wow, Sofía! Esto se ve increíble."
"Gracias, Rapunzel, pero hay algo que quiero mostrarte. ¡Vamos, probé un poco!"
Rapunzel, un poco escéptica, miró a su alrededor. Las otras princesas y amigos se estaban divirtiendo mientras disfrutaban de la comida. Allá estaba la princesa Clara riendo mientras saboreaba un hermoso pastel de frutillas.
"¿Ves, Rapunzel? A todos les gusta la comida. Y si no comes, te perderás de lo rico que es jugar y reír con energías."
Cautiva por la alegría de sus amigos, Rapunzel decidió probar un pequeño pastelito. Al primer bocado, sus ojos se iluminaron.
"¡Esto es delicioso! ¿Por qué no lo había probado antes?"
Sofía sonrió de oreja a oreja.
"Verás, cuando comés, te sentís con más energía, y podés jugar más."
Con cada bocado, Rapunzel se sentía más viva. Se unió a sus amigos, corriendo por el jardín. Llenó su pancita de risas y delicias. Pronto todos se unieron a la fiesta, con juegos y carreras. Pero a medida que avanzaba la fiesta, se dio cuenta de que no solo se trataba de la comida; se trataba de compartir y disfrutar momentos con sus amigos.
Al final del día, Rapunzel se sintió feliz y llena de energía. Mirando a su alrededor, vio a todos riendo y disfrutando juntos.
"¡Sofía, tenías razón! Necesito comer, no sólo para yo, sino también para disfrutar junto a mis amigos."
"¡Eso es, Rapunzel! Y ahora que lo sabes, ¡nunca más dejes de probar cosas nuevas!"
A partir de ese día, Rapunzel se comprometió a probar al menos un bocado de cada comida. No solo se sintió mejor, sino que descubrió nuevos sabores que le encantaron. Cada fiesta se volvió una celebración de risas, juegos y, por supuesto, comida rica.
Y así, Rapunzel aprendió que comer bien la hacía sentir feliz y llena de energía para jugar más con sus amigos. Y colorín colorado, este cuento se ha terminado. Pero la fiesta de Rapunzel y sus amigos nunca tuvo fin.
FIN.