Rayas de Amistad
En una granja en la campiña argentina vivía una vaca llamada Milagros. Milagros era diferente a las demás vacas, ya que su pelaje era blanco y negro, lo cual la hacía parecerse un poco a una cebra.
A pesar de ser amable y divertida, Milagros no tenía amigos entre los otros animales de la granja. Un día, mientras Milagros jugaba sola en el campo, un perro llamado Luca se acercó a ella.
Luca era curioso y amigable, y le encantaba hacer nuevos amigos. Al ver a Milagros triste, decidió acercarse y entablar conversación con ella. "Hola, soy Luca. ¿Por qué estás tan triste?", preguntó el perro con voz amigable.
Milagros levantó la cabeza sorprendida de que alguien se preocupara por ella. Con voz temblorosa respondió: "Hola, soy Milagros. Estoy triste porque los demás animales se burlan de mí y me llaman cebra por mis colores diferentes".
Luca sintió compasión por la vaca y decidió ayudarla a cambiar esa situación injusta. Esa misma tarde, Luca corrió hasta el granero donde había visto una imagen de una cebra en un viejo calendario que estaba colgado en la pared.
Con mucho esfuerzo logró arrancar la página del calendario sin romperla y regresó corriendo hacia donde estaba Milagros. "¡Mirá lo que encontré!", exclamó Luca emocionado mostrándole la imagen de la cebra a Milagros.
Los ojos de Milagros se iluminaron al ver la imagen y una sonrisa tímida se dibujó en su rostro. Desde ese momento, cada vez que algún animal intentaba molestarla llamándola cebra, ella sacaba la imagen del bolsillo y les recordaba que ser diferente no es motivo para burlarse de alguien.
Poco a poco, gracias al apoyo de Luca y su valentía para enfrentar las burlas con amor propio e inteligencia emocional; los demás animales empezaron a respetar a Milagros por quien era realmente: una vaca única y especial que traía alegría al campo con sus juegos divertidos.
Con el tiempo, Milagros dejó atrás su tristeza para convertirse en una vaca feliz y segura de sí misma. Y todo gracias al valor de un pequeño gesto amistoso que cambió su vida para siempre.
Y así fue como en aquella tranquila granja argentina florecieron nuevas amistades basadas en el respeto mutuo y la aceptación de las diferencias; recordando siempre que todos merecen ser tratados con amabilidad sin importar cómo luzcan por fuera.
FIN.