Rayas de Diversidad



Había una vez un niño llamado Martín, que tenía TDAH. Aunque era muy inteligente y creativo, a veces se sentía diferente de los demás niños.

Martín tenía dificultades para concentrarse en el colegio y eso hacía que se sintiera frustrado. Un día, mientras caminaba por el zoológico con su familia, Martín se detuvo frente a la jaula de las cebras. Quedó fascinado por las rayas negras y blancas que cubrían sus cuerpos.

"¡Son tan hermosas!", pensó. Martín pasó horas observando a las cebras y notó algo peculiar: cada una tenía un patrón de rayas único y diferente entre sí. Algunas tenían más rayas negras, otras más blancas, algunas eran anchas y otras delgadas.

Pero todas eran igualmente hermosas. A medida que Martín miraba fijamente a las cebras, comenzó a sentirse identificado con ellas. Él también era único y especial, al igual que cada una de esas rayas diferentes entre sí.

Decidido a aprender más sobre las cebras, Martín buscó libros en la biblioteca sobre estos animales listos para devorar toda la información posible.

Descubrió que las rayas no solo les servían como un mecanismo de camuflaje para protegerse de los depredadores sino también para reconocerse entre ellas mismas. Martín quedó asombrado por la inteligencia e individualidad de estos animales. Decidió entonces crear su propia historia inspirada en ese descubrimiento. Martín escribió un cuento protagonizado por una cebra llamada Zara.

Zara era diferente a las demás cebras porque sus rayas no eran ni negras ni blancas, sino de colores brillantes. Sus compañeras de la manada se burlaban de ella y la rechazaban por ser diferente.

Pero Zara no dejaba que eso la afectara. Ella sabía que su belleza radicaba en su singularidad y decidió emprender un viaje en busca de aceptación y amistad.

Durante su travesía, Zara conoció a animales de diferentes especies: una jirafa con manchas irregulares, un elefante con orejas más grandes que el resto y un león con una melena despeinada. Todos estos animales también se sentían diferentes pero aprendieron a aceptarse tal como eran.

Juntos, formaron un grupo llamado "Los Diferentes" y demostraron al mundo que ser único es algo maravilloso. Martín compartió su cuento con sus amigos del colegio quienes quedaron encantados e inspirados por la historia de Zara y los demás animales.

A partir de ese momento, Martín comprendió que cada persona tiene habilidades únicas y especiales. Ya no se preocupaba tanto por lo que los demás pensaran de él, porque sabía que era especial tal como era.

Martín continuó explorando su creatividad y encontró nuevas formas de canalizar su energía e impulsividad. Se convirtió en un gran dibujante e incluso comenzó a diseñar camisetas con estampados inspirados en las rayas únicas de las cebras.

La historia de Martín nos enseña que todos somos diferentes en algún aspecto y eso es lo que nos hace especiales. No importa nuestras dificultades o particularidades, siempre podemos encontrar formas de destacar y ser felices siendo nosotros mismos.

FIN.

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