Rayas, el gato único
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Patitas Felices, un gato muy peculiar llamado Rayas.
Lo especial de Rayas no era su pelaje blanco y negro, ni sus ojos brillantes como el sol, sino la forma en que se movía: ¡caminaba al revés! Rayas siempre despertaba con las patitas hacia atrás y la cola apuntando hacia adelante.
Cuando quería ir a explorar el jardín de la vecina doña Margarita, tenía que caminar marcha atrás para llegar a su destino. Un día, mientras Rayas jugaba al escondite con los pájaros del parque, se dio cuenta de que ser diferente no significaba ser menos capaz.
A pesar de caminar al revés, podía trepar árboles más rápido que nadie y cazar mariposas sin hacer ruido. Un grupo de ratones burlones empezó a reírse de él por ser distinto. Pero Rayas, en lugar de entristecerse, les mostró lo increíble que era ver el mundo desde otro punto de vista.
Les enseñó a trepar árboles al revés y a buscar tesoros escondidos bajo tierra. -¡Vaya! Nunca habíamos pensado en eso -dijeron los ratones sorprendidos. Rayas les explicó que todos somos únicos y especiales a nuestra manera.
Que lo importante no es cómo caminamos o nos movemos, sino qué hacemos con nuestras habilidades para ayudar a los demás y hacer del mundo un lugar mejor.
Los ratones entendieron la lección y se disculparon con Rayas por haberse burlado de él. Desde ese día, formaron un equipo inseparable: los "Exploradores Al Revés", dedicados a descubrir aventuras extraordinarias en cada rincón del pueblo.
Y así fue como Rayas demostró que ser diferente no era un obstáculo, sino una oportunidad para inspirar a otros y llenar sus vidas de alegría y aprendizaje. Desde entonces, en Patitas Felices se dice que si ves pasar un gato al revés por tu camino, es señal de buena suerte y grandes aventuras por vivir.
Y aunque muchos aún se sorprenden al verlo caminar al revés, Rayas sabe que su verdadero don es mostrarle al mundo la magia de ser auténtico y valiente ante las adversidades.
FIN.