Rayito, el campeón relámpago
En un pequeño pueblo llamado Villa Veloz, vivía un carro muy especial llamado Rayito. Rayito era un auto rojo brillante que siempre estaba listo para correr a toda velocidad por las calles del pueblo.
Un día, el cielo se cubrió de nubes oscuras y comenzó a tronar. Todos en Villa Veloz se refugiaron en sus casas, menos Rayito, que decidió salir a dar una vuelta para ver la tormenta de cerca.
Mientras conducía por las calles mojadas, un rayo cayó justo delante suyo y lo golpeó con fuerza. Rayito sintió una descarga eléctrica recorrer todo su cuerpo y quedó inmóvil en medio de la calle.
Al despertar, Rayito se dio cuenta de que algo había cambiado en él. Ahora podía correr más rápido que nunca y sentía la energía del rayo recorriendo su motor. Decidió poner a prueba sus nuevas habilidades participando en carreras contra otros autos del pueblo.
El agua de la lluvia caía sobre el asfalto mientras los autos se alineaban en la línea de largada. El rugido de los motores llenaba el aire y todos estaban ansiosos por comenzar la carrera.
-¡Preparados, listos, ya! -gritó el árbitro y los autos salieron disparados a toda velocidad. Rayito tomó la delantera rápidamente, dejando atrás a sus competidores con facilidad. Su velocidad era asombrosa y todos en el pueblo no podían creer lo que veían.
Mientras corría velozmente, Rayito miraba hacia arriba y veía el cielo despejado después de la tormenta. Se sentía libre y feliz de poder demostrar su verdadero potencial. Sin embargo, durante la carrera, una curva peligrosa apareció repentinamente frente a él.
Rayito tuvo que tomar una decisión rápida: o frenaba bruscamente o intentaba pasarla a toda velocidad confiando en sus nuevas habilidades. -¡Vamos Rayito, tú puedes hacerlo! -se animaba a sí mismo mientras pisaba el acelerador al máximo.
Con un giro impresionante, Rayito logró sortear la curva sin problemas y continuó acelerando hacia la línea de meta. Cruzó victorioso ante los aplausos emocionados de todos los presentes. Desde ese día, Rayito se convirtió en el campeón indiscutido de las carreras en Villa Veloz.
Siempre recordaba aquel momento en el que un rayo le dio una nueva oportunidad para demostrar su valentía y determinación.
Y así, cada vez que veían pasar a Rayito a toda velocidad por las calles del pueblo, los niños soñaban con alcanzar sus propias metas con esfuerzo y perseverancia como lo hacía su héroe sobre ruedas: ¡Rayito!
FIN.