Rayito y los niños aventureros
Había una vez, en un lejano planeta llamado Zork, un pequeño y curioso ovni llamado Rayito.
Rayito era diferente a los demás ovnis de su especie, ya que tenía una chispa especial de energía que lo hacía brillar con colores vibrantes. Un día, mientras volaba por el espacio exterior explorando nuevos planetas, Rayito se encontró con la Tierra. Quedó maravillado al ver sus hermosos paisajes y decidió aterrizar para conocer más de cerca este fascinante lugar.
Cuando bajó del cielo y se posó en un tranquilo prado, fue recibido por un grupo de niños que jugaban cerca. Ellos no tenían miedo al ver a Rayito porque sabían que los extraterrestres también podían ser amigables.
"¡Mira! ¡Un ovni!" -exclamó emocionada Sofía. "Es tan bonito y brillante", dijo Juan. Los niños rodearon a Rayito y comenzaron a hacerle preguntas sobre su planeta y su vida en el espacio.
Rayito les contó historias increíbles sobre las estrellas fugaces y las galaxias lejanas. Los niños quedaron fascinados con cada palabra que salía de la boca del pequeño ovni. Días después, Rayito decidió llevar a los niños en un viaje espacial para mostrarles la belleza del universo.
Juntos subieron a bordo de su nave espacial y despegaron hacia las estrellas. Durante el viaje, vieron planetas gigantes con anillos coloridos y lunas llenas de cráteres. Pasaron cerca de cometas brillantes dejando rastros de polvo espacial a su paso.
Rayito les explicaba cada fenómeno cósmico con gran entusiasmo y los niños aprendían mientras disfrutaban del espectáculo. Pero de repente, la nave espacial comenzó a fallar. Rayito intentó arreglarla, pero no pudo hacerlo solo.
El grupo se encontraba atrapado en el espacio exterior sin poder regresar a la Tierra. Los niños comenzaron a preocuparse. "¿Qué vamos a hacer ahora?", preguntó ansiosa Sofía. Rayito, aunque también estaba asustado, no se rindió y decidió pedir ayuda.
Usando sus habilidades especiales para comunicarse con otras especies extraterrestres, logró contactar a unos amigables alienígenas llamados Zorbots. Los Zorbots llegaron rápidamente en su nave espacial y ayudaron a Rayito y los niños a reparar la nave averiada.
Con gratitud en sus corazones, todos volvieron sanos y salvos a la Tierra. Rayito se despidió de los niños con un abrazo cálido antes de partir hacia su planeta natal.
Los pequeños le prometieron que siempre recordarían las maravillas del universo que él les había mostrado. Desde aquel día, los niños nunca dejaron de mirar al cielo nocturno con asombro y curiosidad. Recordaban las historias de Rayito sobre los astros celestiales y soñaban con explorar el espacio algún día.
Y así, gracias al pequeño ovni llamado Rayito, esos niños aprendieron que nunca deben dejar de imaginar ni temerle a lo desconocido porque el universo está lleno de secretos por descubrir.
Y quién sabe, tal vez algún día, ellos también puedan convertirse en exploradores espaciales y hacer brillar sus propios destinos.
FIN.